Porque la ciudad no es la misma, porque la modernidad dio paso al cemento y a las ciudadelas. De aquel Guayaquil de las barriadas populares ahora queda poco, más son los recuerdos de los viejos moradores que crecieron entre el manglar y formaron de manera espontánea el sentido de comunidad.
Los juegos, las galladas en las esquinas o en los portales, el sentido de pertenencia y de cuidarse unos a otros van desapareciendo, comentó el historiador Willington Paredes, nacido en el barrio Garay. En su memoria conserva los recuerdos de juegos como el pepo, el palo ensebado, el tres en raya y otros que le daban una identidad propia a la urbe de mediados del siglo pasado.
A más de los barrios considerados históricos como Las Peñas y La Planchada, así como los residenciales como el Centenario y del Seguro. Hay otros que se formaron de la misma vena popular, sobre todo desde los primeros treinta años del siglo XX, que existen ya no con la misma identidad de sus inicios.
“El barrio se caracteriza por tener un colectivo humano emparentado, una comunidad cohesionada, tiene relaciones de reciprocidad y solidaridad, auto vigilancia y cuidado”, agregó el historiador, quien aún recuerda las casas de madera que nacieron al pie del estero y que se fueron consolidando con el tiempo.
En la década del 50 la ciudad comenzó a expandirse por el oeste, por la ribera del estero Salado. La ciudadela La Chala emergió como un conjunto de villas de cemento, ocupó un sector conocido en esa época como La Puntilla y al que solo se llegaba por la Octava.
“El único carro que pasaba por esa época era el colectivo de la 5, eso era hace unos 45 años”, recordó Alfredo Basantes, quien en cambio habita en el sector de Bellavista (junto a La Chala).
La ciudadela estaba rodeada por ramales del estero, que en esa época el agua era clara. Cerca llegaban las canoas de pescadores luego de sus jornadas por las noches. La Chala (como se llama hasta ahora) eran tres calles y tres callejones que comenzaba en Alianza y terminaba al sur por El Oro.
El barrio puerto lisa se formó junto con La Chala, a lo largo de la calle 11 (Federico Godín), desde Colombia hasta Bolivia. “Aquí en la 11 era estero, los pescadores venían con lisas, corvinas, mojarras, camarones, mejillones y ostiones, también mangle y carbón, todo eso se vendía en un mercado que quedaba en la Octava, donde ahora es el parque”, recordó David Tomalá, uno de los moradores del sector, mientras señalaba el sitio donde ahora hay casas y tiendas.
El agua la tomaban de dos piletas públicas que había en Venezuela y la Octava. “La gente cargaba agua en tachos de lata, lo trepábamos al hombro con un palo, en el que colgaban dos ganchos, todos nos conocíamos y éramos amigos”, sostuvo. Esto cambió en la década del 80 cuando llegó el relleno y la pavimentación en el suburbio. El estero desapareció y con ello el comercio también.
Al sur se encuentra el barrio Cristo del Consuelo, conocido por la procesión en honor a esta imagen que reposa en la iglesia del mismo nombre, en Lizardo García y la A.
La devoción nació en 1960 cuando llegó la imagen de Cristo del Consuelo al sector. El sacerdote Ángel María Canals fue quien inició el camino de la fe, que ahora ya suman millares de fieles que participan cada Semana Santa en la procesión.
A principios del 60 la zona era una extensa pampa con pocas casas de caña y madera que parecían mecerse sobre el suelo pantanoso. Había criaderos de chanchos y la iglesia era solo una rústica construcción, para llegar a las viviendas se caminaba por endebles puentes de madera.
El colectivo de la línea 11 llegaba hasta Lizardo García, y de allí quienes vivían hacia adentro debían caminar entre el polvo, lodo y caminos sinuosos.
El barrio Garay se formó en Asisclo Garay y Alcedo a fines de la década del 30. Antes se llamaba San José y los primeros moradores le cambiaron el nombre a la barriada en honor a su fundador, el entonces jefe del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, Asisclo Garay.
Fue uno de los primeros barrios suburbanos. En ese entonces, donde ahora es Gallegos Lara, había un brazo del estero que se dividía en dos ramales: uno llegaba hasta Huancavilca y otro hasta Alcedo, según Dimas Tigrero, ebanista de 80 años que vive en Andrés Marín y 10 de Agosto.
Recordó los hornos de carbón que se cocían en las casas, también los puentes de madera para cruzar al barrio. Con el tiempo el sitio se extendió al sur y al oeste. Xavier Zurita, coordinador del comité Pro Mejora, aseguró que son 150 manzanas.
Actividades
XII DESFILE CÍVICO-CULTURAL “GUAYAQUIL MÁS CIUDAD”
08:00.- Avenida 25 de Julio, Quito, 1 de Mayo, Lorenzo de Garaicoa.
10:00.- Avenida 9 de Octubre, de Lorenzo de Garaicoa a Malecón Simón Bolívar.
13:00.- Colón, Chile, Cuenca, av. Quito.
17:00.- Av. Quito, desde Cuenca hasta Junín.
COLOCACIÓN DE OFRENDA FLORAL
08:30.- Al monumento a Fco. de Orellana (plaza Colón).
SESIÓN SOLEMNE
12:00.- Salón de la Ciudad.
SHOW ARTÍSTICO “TODOS SOMOS GUAYAQUIL”
09:00.- Con ambientaciones de personajes de época y show de “lagarteros”. Grupo de hip hop. Plaza de la Administración, atrás de la Gobernación del Guayas.
SESIÓN POPULAR
17:00.- Av. Agustín Freire, ciudadela La Garzota.
BANDERA
Por Jaime Damerval
Una casa sin bandera
es una casa incompleta.
Sin ella le falta al hogar
color, cordialidad, fuerza.
Sonámbula en el viento
la bandera juega
a saltar a la soga
como una niña cualquiera.
Se columpia, revolotea,
se escalofría, se despereza,
entre corrientes de aire
indecisa, coqueta.
A la ventana, de caña,
de cemento o madera,
se asoma de azul y blanco,
vestida de papel o de seda,
saluda con su pañuelo,
luce pulsera de estrellas.