Por Joseline Llumitaxi- Dirección
Editorial de Henry Holguín
Zayda, la tía de Kathiana Denisse González Rivas, recuerda los chiflidos de Nelson Espinoza Revilla, acusado de apuñalar a la joven de 18 años el pasado 22 de mayo, cuando se acercaba a su casa ubicada en Sauces 6. Silbaba para llamar a Denisse, ya que él suponía que ella siempre estaba en el hogar de su pariente.
- “¡Era Nelson!”- nos dice la tía vestida de blusa y pantalón negro, al recordar como su sobrina en su último mes de vida se escondía de “aquel receloso tipo que desde la calle y de manera agresiva le exigía se fuera con él” .
Zayda no olvida la furia de Nelson y su estado siempre nervioso, buscando hablar con Denisse, la madre de Chenoa, esta niña que llora cada vez que inocentemente recuerda el viaje que ha emprendido su madre con “los globos de colores que la tienen en el cielo”. Chenoa Katiana Rivas Prado, de tres años, está en terapia psicológica. Próximamente retomará sus estudios, pero en otra escuela. Su psicóloga ha dicho que “el regresar al mismo espacio físico donde permanecía con su madre hará que la infante desmejore su atención en clases”.
- “Aconsejaba a Nelson con mucha paciencia, continúa recordando la tía Zayda, y el amor a Dios no me permitía odiarlo. Pero siempre que dialogaba con él su reacción era negativa. Sus engaños se convertían en excusas para justificar por qué no trabajaba, por qué no asumía la responsabilidad de mantener a su mujer e hija. Denisse creyó que su expareja se había marchado a Galápagos, sin sospechar que era una trampa”.
El pasado lunes la madre de Nelson, quien mantiene arresto domiciliario por ser coactora del crimen pasional cometido por su hijo, se negó a realizarse la prueba del ADN (ácido que contiene la información genética de las personas), solicitada para compararla con los restos de piel y sangre encontrados en las uñas de Denisse.
¡SU PRIMER AMOR!
- “Este hombre transformó a mi hija. Su enojo era evidente cada que ella se maquillaba y peinaba su cabello. Esto era causa de golpes. Casi todo el tiempo mi hija tenía prohibido el elegir su propia ropa”.
Pero el amor por Nelson Espinoza se terminaba para Denisse. Por eso 24 horas antes de su muerte le comentó a su madre que “deseaba ropa acorde a su edad, ya que en su relación sentimental nunca su pareja se la permitió usar”.
Ese lunes por la tarde, la agraciada joven salió de casa para acudir a donde una vecina y luego dirigirse a un cyber, sin imaginar que Nelson Espinoza no estaba en Galápagos como le había dicho, sino en el mismo barrio, muy cerca de ella. Para sostener esta mentira, amigos de su confeso asesino le confirmaron el falso viaje de Nelson a Galápagos.
La falda del colegio de Denisse se había dañado por lo que faltaría a clases, mientras que en compañía de su segunda madre, su tía Zayda, iban a comprar una nueva. Después irían a la Unidad Educativa Boston para cancelar la mensualidad tanto de Denisse como de su pequeña hija.
Ambas fijaron hora para salir después del mediodía. Cada cinco minutos insistentemente su tía hacía sonar el celular de Denisse como si presintiera los profundos ataques de celos que la llevarían a ser la víctima de su obsesionado verdugo. “En la primera llamada que hice a mi sobrina aún estaba en casa de la vecina. Me dijo que no me preocupara, que vendría enseguida”.
Mientras tanto, Denisse continuaba haciendo su visita. La vecina habita todavía frente a la villa color naranja de la familia González Rivas y recuerda con tristeza la dulce y blanca sonrisa de Denisse y la breve conversación que sostuvo con la víctima.
Mientras estaba allí, según la tía y el hermano de Denisse, recibió una llamada a su celular que la puso nerviosa, por lo que apresuradamente se retiró.
Al golpe de su negro y lacio cabello Denisse se alejó de la vivienda de su vecina tan pronto como pudo. Continuó con sus apresurados pasos hacia el estrecho callejón que la conducía a un cyber.
Sin que ella lo imaginara, escondido desde una de las esquinas, Nelson la observaba. El obsesionado muchacho se resistía a aceptar que su amada no quería saber nada de él.
La estuvo “cazando”, esa es la palabra exacta, para restaurar su situación. Al entrar al cyber, Denisse no se percató que el individuo ingresó minutos después, sorprendiéndola por detrás.
Según testigos, la muchacha estaba en una de las computadoras revisando su página de Facebook, cuando Nelson se manifestó a sus espaldas. Una vez más trataría de convencerla para que volviera a su lado.
- “La llamada que recibió Denisse era la de ese tipo, dice ahora la tía Zayda masticando las palabras. Bajo amenazas la citó en algún lugar y como mi sobrina se negó decidió seguirla sin que se diera cuenta para llevarla con engaños hasta su casa y allí asesinarla. Cerca de las 15:00 la llamé, pero no me contestaba, su teléfono estaba apagado”.
Los golpes, insultos y arrebatos de celos enfermizos regresaron a la vida de Denisse. Una conducta agresiva que siempre le demostró Nelson desde que era una adolescente, de apenas 14 años.
Unas horas después, Denisse estaba muerta.
UN AMOR ABYECTO Y HUMILLANTE
Paradojas: El amor tan profundo que sentía por Nelson llevaba a Denisse a empeñar sus objetos personales. Un reloj y un teléfono le servían para conseguir el dinero para sacar a su amado de la cárcel cada vez que ingresaba por agresión física contra ella. Estos objetos eran proporcionados por su madre, quien dice haberse enterado hace poco del destino del reloj y el celular de su hija por confidencias de unas compañeras del colegio. “Para nosotros ver golpes en el cuerpo de Denisse se convirtió en un estilo de vida”.
Ab. Héctor Vanegas, defensor de Nelson Espinoza Revilla
“¡Mi defendido está trastornado y arrepentido...!”
(N del E: EXTRA buscó opiniones de los padres y otros familiares de Nelson Espinoza Revilla, pero todos explicaron que solo su abogado está autorizado a hablar a nombre de ellos. Aquí sus declaraciones).
“Al que mata debe analizársele su conducta para saber cómo actuó. No todas las muertes deben ser sancionadas porque a veces quien mata actúa en forma excusable”. Muchas veces el amor se encaja en un crimen pasional, explica Vanegas, finalizando con el deceso de uno de los dos. Los celos son el principio de estímulos que a veces nos conducen a actos de iniquidad (crueldad). Así lo cataloga el abogado del acusado, quien cree que su defendido actuó en estado de inconsciencia.
“Se nota que en él hay un trastorno y un arrepentimiento. Él ha querido mucho a su pareja y tal vez, en algún momento de discusión y descontrol, producto de los celos, reaccionó. No sabemos exactamente qué pasó entre los dos, porque la joven falleció, no sabemos qué dijo ella, si es que hubo alguna provocación. Tenemos solo su versión y no lo que falta por saber. La madre sale a pedir auxilio y cuando regresa la chica ha muerto. No conocemos las palabras, los actos y las razones por lo que se actuó. De una manera tonta la madre del procesado está presa por haber visto lo que ocurrió. Es la primera vez que el testigo va preso. Para que haya responsabilidad penal el sindicado tiene que entender lo que hace, ser idóneo. Si mi defendido actuó bajo un desequilibrio mental o por algún trastorno psicológico, esa voluntad no es idónea y, por lo tanto, esta condición que es fundamental para que haya autoría plena aparece disminuida y enerva la responsabilidad penal”, explica el abogado defensor, quien considera que el examen psicológico realizado a su defendido despejará las dudas sobre la posible lucidez con la que intervino en el hecho.
“Evidentemente el Ecuador registra un alto índice de crímenes pasionales, originados por los celos, la desconfianza, por sentirse traicionados, en otra época se permitía incluso que en casos de adulterio el marido deslindara su responsabilidad penal si encontraba a su cónyuge con otra pareja haciendo el amor y los mataba. Quedaba exento de responsabilidad penal.
Eso fue suprimido del Código Penal, porque, obviamente, aunque el ofendido en su honor sienta una natural reacción de ira, eso no justifica de ninguna manera el hecho, el crimen, esto merece una sanción. Pero para que la sanción sea efectiva, el actor (sujeto) debe haber actuado con plena voluntad y plena conciencia”.
¡Cuando el rock trae la muerte!“Esta es la última canción que vas a escuchar” le dice Nelson a Denisse en un mensaje que le deja en su página de Facebook junto a la efigie de un ataúd.
Anuncio que una hija mayor de doña Myriam, Valentina, hermana de Denisse, descubrió el día en que la velaban. Valentina, como toda joven de su edad, conectada desde su celular al Facebook no imaginó encontrar la malévola dedicatoria. “Esto ha servido como una de las pruebas en el proceso penal que enfrentan Nelson y su madre”, dice la chica.
Doña Myriam hace otros comentarios:
“Los vecinos del domicilio de Nelson, en Sauces 3, nos indicaron que cuando Denisse estaba siendo asesinada se escucharon gritos de auxilio, pero la madre de Nelson cerró las ventanas de su hogar. Asimismo, la única vez que su pareja se la llevó a casa, Denisse sufrió un aborto por los golpes que le propinó”.