Bernard Fougères no es el hombre de las tardes. Lleva más de un año con su show, Bernard en la noche, transmitido los jueves, a las 22:30, por Ecuador TV.
“Separo completamente mi vida profesional de la personal. Ecuador TV no significa que tenga algo que ver con el Gobierno. No entrevisto a políticos, solo muy de repente. Quiero entrevistar a Lenín Moreno porque lo admiro mucho por la labor formidable que hace para los discapacitados. Bernard en la noche es a la vez nostalgia, música de los 80 y mi deseo de darle oportunidad a la gente que necesite estar en algún programa de TV”.
Además de sus entrevistas con artistas de farándula, también fueron muy conocidos los polémicos diálogos con políticos que mantuvo durante su programa Una cita con Bernard, transmitido hace pocos años por Canal Uno. Dice que León Febres-Cordero aceptó responderle cualquier tipo de inquietud porque “me tenía cariño”. Y eso que Bernard, en el 2007 lo interrogó con preguntas como: “¿Mandó usted a matar a Nahim Isaías?”, “¿Eliminó usted a los hermanos Restrepo?” o “¿Estaba muerto de miedo en Taura?”.
Fougères considera que le gusta hacer preguntas fuertes, pero nunca faltándole el respecto a los personajes que entrevista. Sobre su conversación con el presidente Rafael Correa expresó: “No estoy de acuerdo con muchas cosas de él, pero si hay algo que me gusta es la gratitud. Cuando Correa fue estudiante y se le cerraron las puertas de los medios de comunicación lo ayudé en un evento que promovía. No me acuerdo de eso, pero él sí. Eso significa un sentimiento de gratitud”.
Bernard se pone melancólico. Prende uno de esos cigarrillos delgaditos Vogue Frisson. Dice que casi no fuma y que en este momento lo hizo para desahogarse un poco y salir del estrés. Revela que le gusta la soledad de su departamento, que algunas veces se pone huraño y que ha cambiado la risa por la sonrisa, ya que esta última es menos escandalosa y superficial.
Su amor eterno
Aún recuerda a su esposa Evelina Cucalón, quien falleció en agosto del 2006, tras 40 años de matrimonio. La conoció un domingo y le propuso casarse al día siguiente. Por ella se quedó viviendo en Ecuador. “Si tú quieres que nos casemos tienes que quedarte aquí donde está mi tierra, donde están mis hijos. Tú escoges irte o quedarte conmigo”, le respondió doña Evelina. Reconoce que en determinado momento fue infiel, pero se arrepiente y exclama que ella es su amor eterno. “Si existiera la reencarnación me volvería a casar con ella. Desgraciadamente tú pasas por la vida y lastimas a la gente sin querer. Somos llenos de errores y equivocaciones”.
La muerte de su esposa le causó una gran depresión que lo llevó hasta pensar en el suicidio.
“Cuando Evelina falleció estuve tentado a seguirla. Pero he madurado en este sentido. La muerte no es de ninguna manera el camino. No hay que coquetear con ella por más simpática que sea la idea. Entré en depresión varias veces y por diferentes motivos. Creo que es la angustia inherente al ser humano que te hace preguntar de dónde vienes, qué haces aquí y a dónde vas. Hay algunos que les importa un pito y viven contentos entre una cerveza o una botella whisky y otros que no llegan a ser felices porque siguen preguntándose a dónde van, y tú caes en la más tremenda angustia y eres capaz de todo, inclusive de buscar la muerte”, expresó Bernard con ese arraigado acento francés que mantiene, pese a sus 47 años en Ecuador.
Curiosidad por la muerte
Al presentador de TV no le da miedo morir. Le inspira curiosidad. “La muerte es el pasaporte para la verdad”, asevera, aunque esto no significa una inclinación suicida. “El valentón enfrenta a la muerte, el cobarde la huye. No tengo miedo a la muerte, le tengo miedo a la vida. Como diría un filósofo griego: ‘si yo estoy, ella no está, si ella está, yo ya no estoy’”.
Bernard comparte las palabras que una vez le dijo Carlos Julio Arosemena: “lo que pase conmigo cuando me muera me importa un carajo”. “Pero le pondrán una estatua como le pusieron a su padre”, le comentó Fougères; “qué pongan lo que quieran, a mí qué me importa, yo no estaré aquí para verla”, respondió el difunto exjefe de Estado.
Sin embargo, asegura que él defiende la vida. Recuerda que últimamente lo llamó a su programa una mujer que hace muchos años fue a su oficina porque quería abortar y quería que la aconseje. “Usted no me quiso dar un consejo, pero me mostró un feto de 6 semanas que estaba completamente formado, me dijo la chica, que en ese entonces tenía 17 años. Le contesté que la decisión era suya. Cuando me llamó, me puso a su hijo en el teléfono. Me llamo Manuel, mi madre me contó, me dijo el muchacho. Lloré. No tolero que se diga que la mujer tiene derecho absoluto sobre su cuerpo, salvo el caso que me diga que el niño tiene derecho sobre el cuerpo de él. Y lo digo sin ninguna motivación religiosa, ni moral”.
“Estás en la tierra por una misión. Yo sé cuál es la mía: ayudar a la gente. Si tú haces bien tu trabajo estás en planes del posible Dios”, manifiesta el conductor de TV, quien aclara que no es ateo, pese a dudar sobre la existencia del Todopoderoso.
“Nunca diría no a Dios, por Dios. Si no fuera algo creyente, no hablaría de él. No soy partidario de los ateos. ¿Quién es un ser humano para decidir que Dios no existe?”, expresó.
Los 30 años del Show de Bernard para él fueron una bendición y agradece al público por aceptarlo; aunque afirma que ese programa en la actualidad no tendría el éxito que alcanzó en aquellos tiempos porque ahora “la gente trabaja más a esa hora, además es la edad del reggaetón y la música romántica está de bajada”.