Marcadores de pieles humanas ofrecen coloridos y llamativos tatuajes en los estrechos pasillos de la Bahía de Guayaquil. Con una pequeña máquina, parecida a un taladro, plasman dibujos que quedarán para siempre en los cuerpos de sus clientes.
Hay siete lugares donde la gente acude para adornarse la epidermis. Algunos de los propietarios de estos pequeños negocios se abstuvieron de hablar del tema y se escondieron, pero otros no.
“Tengo ocho tatuajes en mi cuerpo y mientras me los hacían aprendí. Sé dibujar y un día decidí dedicarme a esta labor”, señaló Leonardo Valenzuela, quien hace honor a su oficio al exhibir las pinturas impregnadas en su cuerpo. El último tatuaje que se hizo es una rosa ubicada en el lado derecho de su cuello.
“Este local en la Bahía es de mi padre, pero en el sector de La Pradera tengo mi estudio”, señaló el joven tatuador.
En un pequeño espacio de este centro comercial popular, Leonardo coloca unas sillas de plástico y, junto a sus tres colaboradores, atiende a los clientes que llegan.
“Hago de todo, también marco cejas y labios de mujeres”, señaló el hombre, quien permanece dentro del quiosco de metal.
“La gente se tatúa por diferentes razones, por pena, por amor, despecho o por alegría. Todo depende del estado de ánimo de cada persona”, explicó.
Según Leonardo, él y sus amigos toman medidas de precaución para evitar contagios de cualquier tipo de enfermedades. “Usamos guantes, porque nosotros también tenemos temor”, dijo mientras los muestra. Las agujas que usan son descartables y las compra por cajas y medidas. Las tintas son de origen vegetal. “Uso marca norteamericana, porque son mejores”, afirmó.
“Aquí tatuamos de cuatro hasta quince personas durante un día. Cada vez más, la gente acepta tatuarse el cuerpo. Antes tenía miedo por el qué dirán, pero ahora no piensan así”, indicó el dibujante.
Manifestó que no todos los tatuajes se pueden hacer en el mismo momento, ya que los grandes requieren de tres o cuatro sesiones. “Uso máquina profesional porque es mejor y se pueden hacer varios trucos, como fabricar sombras”, dijo.
Los precios de los tatuajes van de 15 a 300 dólares.
No teme a la competencia, porque en los días malos él y sus amigos tienen al menos un cliente cada uno.
Antes de tatuar la piel, la limpia con un desinfectante sin alcohol, luego coloca un tatuín con el dibujo elegido por la persona interesada y posteriormente la marca con la maquinita de acero.
“Un buen tatuador no deja que salga mucha sangre, porque la aguja solo debe traspasar dos milímetros de la piel”, señalóLeonardo.
El grupo de tatuadores que trabaja con Leonardo aseveró que no ha tenido problemas de ninguna índole en cuanto a la actividad que realizan en el interior de la Bahía. Entre sus clientes también hay uniformados, quienes suelen ir en sus días francos.
Cuando una persona les solicita un trabajo a domicilio, ellos cobran diez dólares más por el transporte.
“Antes, el tatuaje se creía era de los presos, ahora es de los famosos”, comentó el joven tatuador.
Estos tatuadores de la Bahía, quienes también tienen tatuajes en sus cuerpos, en algún momento de sus vidas tuvieron problemas con miembros de la Policía que les pidieron el récord policial.
“Una vez me solicitaron ese documento y cuando vieron que no tenía antecedentes penales me dejaron ir”, manifestó Leonardo.
“Creo que en el futuro los tatuados vamos a dejar de llamar la atención de los uniformados. Un tatuaje a veces sirve para reconocer el cadáver de una persona desaparecida o en estado de putrefacción”, indicó.
Señaló que los delincuentes famosos no van a tatuarse a la Bahía “porque consideran que es un sitio muy foco”.
“HAGO LO QUE ME GUSTA”
Christian Calvo, de 22 años, también se gana la vida haciendo tatuajes a las personas en el sitio.
Diariamente se gana veinte dólares, pero cuando el negocio está bueno obtiene hasta cincuenta.
“En un tatuaje sencillo me demoro de media hora a una hora”, comentó.
“A las personas afro no se les hacen tatuajes de colores porque no se les nota”, indicó.
“ES MI TRABAJO”
Ismael Zúñiga, de 24 años, es otro de los chicos que tiene su puesto de tatuajes en el mismo sitio. Para llamar la atención ha colgado afiches de diferentes modelos en la pared de un quiosco.
“Uso pigmento vegetal, máquina profesional y agujas descartables”, confesó.
Entre la clientela que tiene hay personas que le solicitan dibujos con rostros o seres infernales. “No soy partidario de esto, pero tengo que hacerlo porque es mi trabajo”, reveló Zúñiga.
Cuenta que una vez, mientras iba en un taxi con el brazo afuera, varios policías pensaron que era un delincuente e hicieron parar la marcha del vehículo.Pero uno de los agentes lo reconoció como la persona que hace un tiempo le hizo un tatuaje. “No tengo antecedentes penales ”, aseguró Ismael.
“Cuando la gente ve a un tatuado piensa que es fuerte de carácter, pero esto no debe ser una regla”, comentó el joven, quien se considera una persona tranquila.
Los tatuadores de la Bahía al finalizar su diálogo dijeron que su anhelo es tener un sitio fijo con todas las medidas higiénicas para poder realizar su arte.
UN TATUADOR DE ESTUDIO
Alexis Falcones se dedica a realizar tatuajes desde hace varios años y considera que es un profesional, porque ha efectuado varios cursos sobre el tema.
Trabaja en Tattoo Láser Ink, en la ciudadela Simón Bolívar, donde asisten muchas personas para adornarse el cuerpo. Alexis hace su trabajo en un estudio donde hay una camilla, aire acondicionado, una esterilizadora y varios instrumentos que requiere para laborar.
A la hora de marcar la piel de un cliente usa mandil, guantes y mascarilla. “Se necesita de mucha higiene. Se debe utilizar una máquina profesional, tinta vegetal de las mejores marcas y productos descartables. Hacer un tatuaje, para mí, es como cuando un médico opera a un paciente en un quirófano desinfectado”, señaló.
“Deben ser profesionales”
Para la dermatóloga Bertha Naula Merchán, los tatuajes son dibujos realizados en la piel (epidermis). El color, tamaño y zona a tatuar son elegidos por la persona que decide realizárselo. Agrega que los tatuadores deben ser profesionales certificados.Los dibujos se deben hacer con aguja desechable, en cuya punta tenga tinta insoluble.
Manifestó que los tatuajes son permanentes y que ni con las técnicas más modernas, como el láser, suelen removerlos completamente. Pueden quedar manchas irregulares o cicatrices.
Cree que esta práctica debe ser realizada en un ambiente adecuado, con todas las normas de esterilización e implementos adecuados. De no ser así, se pueden presentar complicaciones a nivel local e inmediato, como infecciones cutáneas y severas. A nivel general, se pueden transmitir enfermedades como la hepatitis A o B y VIH. La especialista agregó que se deben realizar sobre piel libre de infecciones, traumatismos y en personas sin antecedentes de cicatrices hipertróficas o queloides.
Agregó que los tatuajes son más comunes en la población adolescente, con la idea de decorar y resaltar una zona del cuerpo, o también como manifestación de una expresión cultural, crisis emocional o signo de rebeldía.
También pueden expresar afecto o deseos de perdurabilidad, concluyó la doctora.
Los especialistas
“Las ordenanzas municipales no regulan esta actividad, es decir ni las permite, ni las prohibe. Sin embargo, deben y pueden hacerse en centros médicos autorizados, porque a mi juicio se involucra en una posible afectación en materia de salud pública”, señaló Javier Narváez, director de Justicia y Vigilancia del Municipio de Guayaquil.
Ab. Javier Narváez, director de Justicia y Vigilancia. “La corrección o eliminación de tatuajes ahora se la hace con láser. Hay personas que por diferentes razones se arrepienten de tenerlos y buscan que alguien se los quite”, señaló Patricio Arteaga, gerente administrador del local Tatto Láser Ink.
Para un buen borrado con láser, explicó Arteaga, es mejor hacerlo en el mismo día en que la persona se tatuó, antes que la tinta baje a la dermis.
Patricio Arteaga, experto en borrado de tatuajes.
Gabriel Regikof, argentino, se dedica a tatuar desde hace 14 años. En Guayaquil compra las tintas vegetales para dibujar los cuerpos de los turistas que visitan el hermoso balneario de Montañita, donde tiene un pequeño estudio. Ha realizado cursos de diseño gráfico y primeros auxilios. “Los conocimientos de enfermería sirven para actuar debidamente”, señala. Domina varias técnicas para pintar la piel, una de estas en alto relieve. En su cuerpo tiene 40 tatuajes, cada uno tiene un significado en su vida.
Gabriel Regikof mientras y Alexis Falcones.
Roque José Macías Mendoza, fiscal del Guayas, señaló que no existe una ley que impida hacer tatuajes, por lo que la actividad es lícita, como cualquier otro negocio que rinde cuentas al SRI.
Agregó que se debería regular, porque las personas que buscan estos servicios estéticos corren el riesgo de perder hasta su vida.
Manifestó que en caso de que aquellos instrumentos no sean bien esterilizados, la persona podría adquirir tétano y fallecer. “Es una cuestión peligrosa”, enfatizó.
Roque Macías, fiscal del Guayas.