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Otro azote para el arroz, ¡ojo al mortal nematodo!

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Guillermo Lizarzaburo C.
Al arroz le ha caído más plagas que a Egipto. El caracol fue la última, pero hace media década un nematodo se volvió mortal. Su nombre científico es meloidogyne graminícola que provoca daños irreversibles a la planta y, por lo tanto, menor producción.
A estas se añaden la sogata (insecto vector de la cinta blanca), mosca minadora, gusano barrenador, chinche de la pata, chinche de la espiga, sanduchero, hongos como el sarocladium, pyricularia, rhizoctonia, manchado del grano, falso carbón y bacterias, entre ellas, bulkhoderia.
Carmen Triviño Gilses, experta del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap),  resalta que el nematodo está muy diseminado en las provincias de Guayas y Los Ríos, es decir, bajo riego y de secano.
Este destruye  el sistema en las raíces, por lo tanto las plantas no pueden absorber los nutrientes. El productor aplica bioestimuladores y gasta dinero para el desarrollo de sus cultivos, pero estos no los asimilan. “El problema es que los campesinos no lo identifican y no le dan importancia”, señaló el director del Iniap, Carlos Cortez.
El cultivo afectado toma un color amarillento, por lo que es posible que lo confundan con otras enfermedades. “Afecta a las plantas desde que comienzan a emitir las primeras raíces. Estas se quedan pequeñas, amarillas, no tienen toda su capacidad de desarrollo”, manifestó la experta.
Gran parte de los parches amarillentos es por el nematodo que, junto con el caracol, se convierten en los problemas más serios.
La plaga actúa desde el suelo. “Se introduce a la raíz y una vez en ella comienza a destruir las células. Se forman unas células gigantes, hinchadas y nódulos o agallitas pequeñas”.
En la estación del Iniap, en el kilómetro 26 de la vía a Milagro, se realizan estudios químicos, prácticas culturales como la rotación de cultivos para el caso de las siembras de verano en las partes más altas se  usan hongos y bacterias reconocidas por su mecanismo de control.
“Hemos visto que estos ayudan, pero la población es tan alta que no se ven estos efectos a simple vista”, dice Triviño. Es mejor sembrar de transplante, en lugar de hacerlo directamente; utilizando plantas sanas verán una producción buena.
Cuando se siembra de semilla el nematodo se multiplica. En solo 21 días hay una generación y cada individuo puede generar cien individuos más, solo en ese tiempo.
En cambio en el transplante la planta va vigorosa, agarrada y allí el nematodo le ataca tarde, por tanto la planta puede desarrollarse.
Una manera de prevenir su ataque es con una buena preparación del suelo, con 15 días o más de anticipación antes del transplante. Eso permite exponer al nematodo al sol, por lo que se muere una gran cantidad. “Por lo menos una gran capa superficial va estar sin nematodos”, expresa.
El trabajo, los ensayos y la investigación con microorganismos benéficos, hongos y vegetales ha dado resultados, pero con manejo integral. Eso implica hacer solo aplicaciones necesarias de agroquímicos, mantener los insectos benéficos y fertilización adecuada.
Según Triviño, la situación preocupa porque los nematodos afectan también a las hortalizas y frutales, entre ellos el tomate (está muy infectado), el pepino, las leguminosas, el frejol, pese a lo cual el agricultor no le da mucha importancia.
“En maracuyá, en haba pallar y hasta en valles de la Sierra hay una gran interacción de este nematodo”.
Por eso es necesario multiplicar bacterias como la pasteuria penetrans, que ataca a esta plaga.
El experto Robert Vera,  dice que en Daule los suelos tienen 9 de pH (una medida de la concentración de hidrógeno)  y las aguas pasan de 8 de pH. Los tipos de algas que se encuentran no son los adecuados y hay una gran cantidad de sedimento, de materia orgánica en suspensión, metano, nitritos, amoniaco y otros. Esto trae consigo una baja cantidad de algas diatomeas, que son bacterias benéficas.
El ingeniero José Quiroz, experto del Iniap, que llevó a cabo proyectos de rotación de cultivos en Montalvo, Los Ríos le pone énfasis a la rotación.
Hicieron una rotación (sembrar cutivos distintos en la misma parcela) arroz-soya y demostraron que no había que rotar arroz-maíz y que el causante del amarillamiento no era un ciempiés, sino un nematodo. Ahora mejoraron la producción.


Se viene una nueva crisis, la de alimentos

Después de la crisis global de energía en los años 80 y 90, y de la financiera de 2008 hemos empezado a identificar una nueva crisis, la de los alimentos, como la próxima amenaza al desarrollo de la humanidad. Aún pocas personas identifican este riesgo, subvaluando el efecto del alza de los precios desde 2008. China tuvo una importación récord de alimentos en marzo de 2012, seis veces más que la de marzo de 2011 y el 50% más que la de febrero del año en curso.
Las economías emergentes, principalmente las de China e India, aumentaron su población y su renta per cápita y por tanto la demanda de alimentos. Eso, sumado a un alza en la renta per cápita mundial y a la urbanización, ha cambiado los hábitos de consumo de alimentos hacia niveles jamás alcanzados.
La agricultura necesita aumentar su producción de granos para que la creciente demanda de alimentos se equilibre. Sin embargo, nuevos estándares de sustentabilidad provenientes de la efectiva preservación ambiental de los bosques y reservatorios de agua, sumados a efectos climáticos más y más inciertos e intensos, se corre el riesgo que el aumento de la producción agrícola no tenga la misma velocidad de la demanda.
Dos factores contribuyen al crecimiento de la producción agrícola: primero, la expansión de hacia nuevas áreas, que hoy se encuentran muy limitadas por las nuevas legislaciones ambientales y de preservación de las áreas de bosques; segundo, el aumento de la productividad por medio de nuevas tecnologías provenientes de la Investigación y Desarrollo en la industria de soluciones agrícolas, semillas, biotecnológicas,  e irrigación.
A pesar de las inversiones de $ 7 billones al año, de estas industrias, que se esfuerzan por obtener mayores beneficios de producción  en la misma área donde se plantaba anteriormente, puede que la productividad no crezca tan rápido como el consumo de alimentos debido al alto impacto del climas, que generan sequías e inundaciones.
Solo en 2012 han ocurrido pérdidas del 30% en la producción de maíz en Argentina y del 20% en el sur de Brasil debido a las sequías que hubo en aquellas regiones en los meses de diciembre y enero.  
¿Y qué pasará si la demanda de alimentos superara la capacidad de producción agrícola en los próximos años? Los precios de los productos básicos agrícolas continuarán aumentando, la inflación en los países importadores de alimentos se puede subir.
El número de las personas que padecen hambre en el mundo,   según la FAO, es de 1.000 millones y crecerá, generando un gran impacto en  la política mundial. Además, se debe considerar que muchos países desarrollados son importadores de alimentos, lo que hace que la crisis financiera actual se agudice y extienda por más tiempo.  
Todo esto pone la humanidad delante de una crisis de alimentos aún poco comprendida por los gobernantes, pero que podrá ganar dimensiones mayores si no se actúa rápidamente.
El WBCSD (World Business Council for Sustainable Development) con el apoyo de 200 compañías de 20 países han desarrollado y presentado en el trabajo Vision 2050, las iniciativas para ayudar a la humanidad a visualizar el efecto potencial de esta crisis de alimentos si no se cambiamos nuestros hábitos de consumo actuales.
El mundo se debería preocupar más con la crisis que se presentará en los próximos años,  pero los gobiernos tienden a ignorar los indicadores continuando con su gestión “en la esfera del confort”. La pregunta es ¿Seremos sorprendidos por la crisis de los alimentos en los próximos años?



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