Felipe Caicedo quiso ser cantante de pequeño, pero jamás imaginó que a sus 24 años todo el país corearía su nombre y festejaría su gol que ubica a Ecuador en el segundo lugar de la tabla de posiciones rumbo a Brasil 2014.Felipe Salvador, haciendo honor a su segundo nombre, porque en eso se convirtió ante Bolivia, nunca ha jugado un partido de fútbol profesional en Ecuador (a nivel de clubes), de eso no tenía idea. Y qué va a saber si cuando tenía 16 años le tocó ir al Basilea, de Suiza, eso lo ayudó a madurar y ser responsable en todo.Desde esa época hasta ahora solo pisa suelo ecuatoriano en diciembre y cuando lo llaman a la Tricolor.Su salida de la cooperativa Unión de Bananeros, bloque 2, manzana 14, le sirvió no solo para aprender portugués, italiano, ruso e inglés, sino que hizo realidad su sueño de futbolista.El recuerdo de los 300 dólares que ganaba como jugador estrella del Rocafuerte, de la segunda categoría de Guayaquil, sigue latente, ya que ese dinero se lo ponía en las manos de su madre Margarita. En la actualidad percibe mucho más.Caicedo siempre dice que su raza es luchadora, pero su carrera en el fútbol va más allá de poder jugar y divertirse, cuando se preocupa por ayudar al prójimo y por esa causa creó la Fundación “Felipao”.Su regreso a la Tricolor fue en el momento preciso, claro que sí, donde el fantasma de los penales fallados por nuestros delanteros era el tema de moda. El gigante delantero llegó al balón y con una frialdad que de miedo, pateó y el país estalló, la pelota entró y todo Ecuador gritó el gooooooool ante Bolivia. En ese instante Caicedo se graduaba como el cantante que no pudo llegar a ser.En el Guasmo sur estaban sus “panas” del barrio, esos que no lo conocieron con trenzas. En las estrechas calles gritaban a todo pulmón “Mosquito”, “Chalá”, “Pocho”, el “Flaco” y hasta su amigo el “chileno”, el dueño de la tienda, ellos festejaron a lo grande, así como sus más de 70 “ahijados navideños”, quienes reciben regalos para el 24 de Diciembre, cuando Felipe arma la rumba con su gente al sur de la urbe guayaca o cuando le gusta ir a cortarse el pelo. En este sector no le dicen “Felipao”, solo es “Feli”.Caicedo está de regreso, desde Rusia, y con un penal que lo pone 13 meses después de los dos goles que le hizo a Brasil en la Copa América, está en la boca de todos.El chico que viajó a Suiza para graduarse en informática es el orgullo de sus hermanas Rosita, Alexandra, Albita, María Elena y Francis.Por otro lado, sus padres, Margarita y Duque, anhelan saber a quién su muchacho le regalará la camiseta de la “Tri” que usó cuando marcó el gol. El hogar de los Caicedo está lleno de blusas de los equipos donde ha jugado.El futbolista, quien tiene su casa en una ciudadela privada, no olvida sus raíces y por eso cuando llega a Guayaquil, precisamente al Guasmo, los parlantes salen a la calle y la fiesta se enciende para cuando llega el “Papá Noel” de los más necesitados.“Qué pasó mi hermano, el Guasmo es el mejor sector del país, es lo más lindo, ahí hice mi niñez”, expresó Felipe, claro que si seguía ahí no iba a aprender a jugar golf que es una de sus pasiones, como es la lectura, debido que nunca afloja los libros.“Estar lejos y no participar de la Tricolor es duro, pero gracias a Dios he vuelto en el mejor momento, ahora solo hay que seguir luchando y trabajando, ya que queremos llegar al Mundial, es el sueño de todos, es lo que nos hará feliz”, señaló “Felipao”, quien hoy parte a Uruguay.Su fundación“Felipao”, de 24 años, recién cumplidos el 5 de septiembre, donde recibió torta y se autorregaló un gol, tiene un sueño que va más allá de las canchas.“Lo de la fundación ‘Felipao’ es algo que quería hacer desde hace años, hacemos las bases y es algo sin fines lucro, aquí la idea es ayudar a los que menos tienen en el país y si uno puede aportar en algo es gracias a Dios. Quiero enfocar el trabajo en los niños para que tengan mejores días. La idea es poder servir a los demás y darle de esa manera gracias al Creador por todo lo que me ha dado”, expresó.
Felipe Caicedo quiso ser cantante de pequeño, pero jamás imaginó que a sus 24 años todo el país corearía su nombre y festejaría su gol que ubica a Ecuador en el segundo lugar de la tabla de posiciones rumbo a Brasil 2014.Felipe Salvador, haciendo honor a su segundo nombre, porque en eso se convirtió ante Bolivia, nunca ha jugado un partido de fútbol profesional en Ecuador (a nivel de clubes), de eso no tenía idea. Y qué va a saber si cuando tenía 16 años le tocó ir al Basilea, de Suiza, eso lo ayudó a madurar y ser responsable en todo.Desde esa época hasta ahora solo pisa suelo ecuatoriano en diciembre y cuando lo llaman a la Tricolor.Su salida de la cooperativa Unión de Bananeros, bloque 2, manzana 14, le sirvió no solo para aprender portugués, italiano, ruso e inglés, sino que hizo realidad su sueño de futbolista.El recuerdo de los 300 dólares que ganaba como jugador estrella del Rocafuerte, de la segunda categoría de Guayaquil, sigue latente, ya que ese dinero se lo ponía en las manos de su madre Margarita. En la actualidad percibe mucho más.Caicedo siempre dice que su raza es luchadora, pero su carrera en el fútbol va más allá de poder jugar y divertirse, cuando se preocupa por ayudar al prójimo y por esa causa creó la Fundación “Felipao”.Su regreso a la Tricolor fue en el momento preciso, claro que sí, donde el fantasma de los penales fallados por nuestros delanteros era el tema de moda. El gigante delantero llegó al balón y con una frialdad que de miedo, pateó y el país estalló, la pelota entró y todo Ecuador gritó el gooooooool ante Bolivia. En ese instante Caicedo se graduaba como el cantante que no pudo llegar a ser.En el Guasmo sur estaban sus “panas” del barrio, esos que no lo conocieron con trenzas. En las estrechas calles gritaban a todo pulmón “Mosquito”, “Chalá”, “Pocho”, el “Flaco” y hasta su amigo el “chileno”, el dueño de la tienda, ellos festejaron a lo grande, así como sus más de 70 “ahijados navideños”, quienes reciben regalos para el 24 de Diciembre, cuando Felipe arma la rumba con su gente al sur de la urbe guayaca o cuando le gusta ir a cortarse el pelo. En este sector no le dicen “Felipao”, solo es “Feli”.Caicedo está de regreso, desde Rusia, y con un penal que lo pone 13 meses después de los dos goles que le hizo a Brasil en la Copa América, está en la boca de todos.El chico que viajó a Suiza para graduarse en informática es el orgullo de sus hermanas Rosita, Alexandra, Albita, María Elena y Francis.Por otro lado, sus padres, Margarita y Duque, anhelan saber a quién su muchacho le regalará la camiseta de la “Tri” que usó cuando marcó el gol. El hogar de los Caicedo está lleno de blusas de los equipos donde ha jugado.El futbolista, quien tiene su casa en una ciudadela privada, no olvida sus raíces y por eso cuando llega a Guayaquil, precisamente al Guasmo, los parlantes salen a la calle y la fiesta se enciende para cuando llega el “Papá Noel” de los más necesitados.“Qué pasó mi hermano, el Guasmo es el mejor sector del país, es lo más lindo, ahí hice mi niñez”, expresó Felipe, claro que si seguía ahí no iba a aprender a jugar golf que es una de sus pasiones, como es la lectura, debido que nunca afloja los libros.“Estar lejos y no participar de la Tricolor es duro, pero gracias a Dios he vuelto en el mejor momento, ahora solo hay que seguir luchando y trabajando, ya que queremos llegar al Mundial, es el sueño de todos, es lo que nos hará feliz”, señaló “Felipao”, quien hoy parte a Uruguay.Su fundación“Felipao”, de 24 años, recién cumplidos el 5 de septiembre, donde recibió torta y se autorregaló un gol, tiene un sueño que va más allá de las canchas.“Lo de la fundación ‘Felipao’ es algo que quería hacer desde hace años, hacemos las bases y es algo sin fines lucro, aquí la idea es ayudar a los que menos tienen en el país y si uno puede aportar en algo es gracias a Dios. Quiero enfocar el trabajo en los niños para que tengan mejores días. La idea es poder servir a los demás y darle de esa manera gracias al Creador por todo lo que me ha dado”, expresó.