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El público se rindió ante el maestro del sonido

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Para las nuevas generaciones quizás el nombre de Alan Parsons no les diga mucho, pero este artista británico fue el responsable del sonido del álbum The dark side of the moon, de Pink Floyd, y colaboró en cierta manera con el disco Abbey Road, de Los Beatles.Sus clásicos, Eye in the sky, Don’t answer me, Old and wise, o Time, están inscritos en la enciclopedia mundial del pop.Asistir a un concierto de uno de los mejores ingenieros de sonido del mundo siempre resulta una grata experiencia. Luego de siete años sin pisar Ecuador, Parsons, como parte de su gira “Eye 2 Eye”, ofreció un concierto junto a su equipo de músicos y cantantes la noche del sábado en la Plaza Deportiva, en Quito.Fue un encuentro íntimo donde no hubo aglomeraciones ni inconvenientes en la organización. Un recital en el que era inimaginable levantarse sobre los asientos e irrespetar al de atrás. Así sucedió. El orden, la sincronización, la calidad en sonido y un público amante del rock progresivo conjugaron a la perfección en el espectáculo programado para las 20:00.Un repaso a su repertorio de cuatro décadas sirvió de aperitivo para los impacientes seguidores. Finalmente, a las 20:34, como un vikingo traído por el túnel del tiempo, apareció en el escenario Alan Parsons, imponente, robusto, con melena y barba.Las instrumentales Luciferama y Dr. Tarr y Profesor Fether, esta última un homenaje a la obra Edgar Allan Poe, abrieron el show. Los aplausos y ovaciones no se hicieron esperar y dieron paso a los juegos de voces y armonías que se iniciaron con la susurrante balada Dont’ answer me.A esta le siguieron Breakdown y The Raven, interpretadas por Todd Cooper y la envolvente Time, en la que falló a ratos el micrófono que no opacó la impresionante voz de P.J. Olss.SALTOS Y ABRAZOSEl argentino Daniel Sais, exintegrante de Soda Stereo y quien vive en Guayaquil, era uno de los más emocionados. “Para mí su legado es doble, primero es uno de los máximos referentes del sonido de la música contemporánea y luego está su importancia como pionero de las producciones conceptuales conocido en el mundo entero y tenerlo acá es un verdadero privilegio. Sus conferencias como ingeniero de sonido en diversos países son magistrales”.Para la versión extendida de Eye in the sky, (número uno de la Billboard del 82) invitó al público de Golden Box a acompañarlo al pie del escenario. La multitud, sin empujarse, disfrutó de tenerlo a pocos metros . La euforia provocó saltos y brazos agitados tanto en treintañeros como aquellos que viven a plenitud su edad otoñal.La despedida llegó a las 21:55, pero ante las predecibles frases de “otra” “otra” retornó para ofrecer Dammed if i do y Games people play que dieron por concluida una noche donde las estrellas se iluminaron con maestría musical de primer nivel.



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