Faltaban 2 horas para que el juez inicie el Clásico del Astillero y en la vía a Daule había más gente que en la avenida Barcelona.
El feriado hizo que muchos aficionados al fútbol decidan dejar a un lado el cotejo entre Barcelona y Emelec para pasear o visitar a sus muertitos que están fuera de Guayaquil.
Y de paso les dañó el negocio a los revendedores que antes de que inicie el partido, corrían, gritaban y ofrecían los boletos a toda persona que se cruzaba en su camino, incluso con descuentos.
Sobre la hora del partido aparecieron muchos hinchas y aumentó el porcentaje de venta en las boleterías, mientras que la reventa seguía rascándose la cabeza. El feriado hizo que la asistencia de aficionados al estadio Monumental no sea como se tenía planificado.