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Albañiles fallecidos descansan en el cementerio de Manglaralto

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La tarde de ayer, centenares de comuneros acudieron a las exequias de Julio Borbor González, su cuñado Ramón Bartolomé Balón Orrala y su amigo Wilson Germán Suárez, los tres albañiles que el pasado lunes fueron arrollados en la ciudad de Quito.
Los féretros llegaron a sus respectivos hogares a la 01:00 de ayer y fueron recibidos por los lugareños, quienes entre lágrimas querían estar cerca de sus amigos fallecidos.
“Te fuiste caminando y hoy te traemos en un ataúd, no puede ser mi Dios”, decía Francisco Suárez, hermano de Wilson, el más joven de las víctimas. El cadáver del muchacho, de 22 años, quien en mayo pasado terminó el servicio militar fue  llevado a una humilde vivienda muy cerca de la playa, en la comuna Cadeate, donde residía con sus padres.
A los pobladores de San Antonio no les importó el intenso frío de la madrugada, pues la mayoría de ellos esperaron en la calle la llegada del cuerpo de Ramón Bartolomé Balón Orrala. El llanto se apoderó de todos cuando el féretro fue bajado del vehículo que lo transportó desde Quito.
En Manglaralto, los hijos de Julio Borbor González no podían consolar su dolor al ver el cadáver de su padre que yacía inerte en la fría caja.

DOLOROSO SEPELIO

Pasadas las 15:00 los ataúdes de los tres albañiles emprendieron el camino a su última morada. La misa por el eterno descanso de sus almas se cumplió en la iglesia San Ignacio de Loyola, de Manglaralto.
Desde allí partieron los cortejos fúnebres hasta el camposanto parroquial. A paso lento y al compás de tristes canciones entonadas por una banda de pueblo, fueron despedidos.
“Se fueron juntos estos tres amigos constructores, seguro que ahora ellos colaborarán con la gran obra de Dios, edificando en el cielo el reino eterno donde algún día todos tenemos que ir. Hoy es un día muy triste para Manglaralto, que sea este el momento para pedir a Jesús que guíe nuestros pasos porque es cierto que todos sabemos dónde nacemos pero no cuándo nos toca morir”, dijo Máximo Suárez, uno de los líderes comunitarios en la despedida a los difuntos.
Muy consternados los amigos de Balón Orrala lucieron las camisetas del equipo de fútbol San Antonio Sport, que fue fundado por él. Antes de partir al fatídico viaje,  Ramón Bartolomé  estuvo con su club disputando un encuentro deportivo.
Mientras que los parientes de Julio Borbor González colocaron en su tumba sus utensilios de trabajo, pues él presentía que la muerte algún día lo sorprendería en sus jornadas. “Decía que si algún día moría por sus labores, que lo sepulten junto a sus herramientas, que llevaba a todas partes”, manifestó uno de sus allegados.



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