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Sospechosas de crimen iban a radicarse en Loja

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Una serie de hipótesis investiga la Policía en torno al asesinato de Mauro Patricio Montesdeoca Loor, de 74 años, cuyo cadáver fue hallado dividido en dos partes, en el kilómetro 100 de la vía Guayaquil-Santa Elena, el 16 de noviembre pasado.
Una de las posibles causas de su muerte podría ser un ataque de celos, pues durante la audiencia de formulación de cargos se presentó un cuaderno con dos notas escritas supuestamente por una de las detenidas en este caso, Jessenia Marisela Rogel Luna, donde se indica “que tuvo una relación sentimental” con la víctima.
En el otro manuscrito, firmado aparentemente por la involucrada, escribe: “No le va a pedir más dinero a Mauro Montesdeoca”.
Esta joven, de 26 años, su hermana Leidy Johanna Rogel Luna, de 20, y su amiga Laura Lissette Ramírez Guevara, de 25, fueron detenidas el pasado jueves como principales sospechosas del asesinato de Montesdeoca.
El juez vigésimo séptimo de Garantías Penales del Guayas, Ángel Moya, dijo que durante la audiencia de flagrancia Ramírez Guevara se acogió al derecho del silencio. En cambio, Leidy y Jessenia se declararon  inocentes, pero agregaron que no rendían su versión sobre el asesinato porque estaban amenazadas por su amiga Laura Ramírez.
Horas después, esta última se decidió a rendir su versión sobre el hecho donde señaló que las dos hermanas participaron directamente en el crimen.
Supuestamente Jessenia decidió matar a Montesdeoca porque se quiso propasar con su hermana Leidy.
Ramírez confesó que la tarde del lunes 12 de noviembre, Leidy la llamó para invitarla a beber. En ese momento le dijo que andaba en el carro con un amigo.
Como ella estaba en la casa de una tía en la Perimetral, la pareja se movilizó hasta allá, pero luego se fue a Los Esteros donde se hallaba Jessenia, supuestamente para seguir libando. Él solo se limitaba a tomar jugo porque tenía que manejar.
Una vez que llegaron, Jessenia, quien se encontraba en la parte alta del inmueble, le mandó un mensaje a Laura para que suba. Al acudir a su llamado la encontró con dos cables de plástico en sus manos.
Jessenia le pidió que entretenga al señor porque lo iba a matar debido a que, en días anteriores, él había querido abusar de su hermana Leidy.
Por estas causas habría ahorcado al señor, luego lo golpeó en la cabeza y con el pico de una botella le cortó el cuello. Después, con ayuda de su hermana, lo dividieron en dos partes y lo abandonaron  en la vía a la costa. Así consta en la versión de Ramírez.
Posteriormente, al cerciorarse de que aún no habían descubierto el cadáver, decidieron pedir un rescate de $ 60 mil a los familiares. Inicialmente, en sus llamadas anónimas dijeron que Montesdeoca las había estafado con esa cantidad en la venta de unas tierras en la provincia de Manabí, pero luego exigieron la misma cantidad a cambio de la libertad de la víctima.

Amenazaban con plagiar a otro familiar

Según el relato de Laura, como no se concretaba la entrega del dinero, las plagiadoras (hermanas) exigieron la entrega de seis mil dólares como anticipo, de lo contrario matarían a la víctima y plagiarían a otro miembro de la familia Montesdeoca.
Los parientes, como estaban desesperados, denunciaron el hecho a la policía, cuyos agentes especializados empezaron a rastrear las llamadas hechas desde el mismo chip de la víctima. Y mientras los uniformados trabajaban para ubicar a las plagiadoras, las mujeres planificaban cómo y dónde recibir la plata.
Decidieron que Ramírez debía ir a recoger el dinero, pero como esta no quería arriesgarse, entonces optaron por proporcionar a la familia Montesdeoca un número de cuenta para que depositen allí el rescate.
Una vez hecha la transferencia de dinero, iban a viajar a Quito, a la casa del novio de Leidy, desde donde pensaban retirarlo para finalmente irse a radicar a Loja.
Las hermanas querían recibir rápido la plata porque tenían  algunas “emergencias económicas”. Entre ellas pagar 300 dólares de casa, 400 dólares de deuda a la mamá y además Leidy quería viajar a Brasil.
Pero el dinero no les llegó en el momento que ellas querían porque la familia del desaparecido también exigía pruebas de la existencia del plagiado. Y como no las tenían porque él ya estaba muerto, las mujeres bajo engaño le hicieron grabar un saludo a un viejito que encontraron en el centro de la ciudad y que tenía la voz parecida a la de Montesdeoca Loor.
A más de esto, también consiguieron una foto del fallecido en la web y por medio de un programa en la computadora le cambiaron el color de la ropa.
El siguiente paso fue enviar la fotografía a través de un correo electrónico a la angustiada familia.
Al final, las tres involucradas no pudieron recibir el dinero del rescate por cuanto la policía las detuvo por Los Esteros, al sur de la urbe, cuando aún maquinaban cómo repartirse la plata y no dejar huellas del asesinato.



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