La alegría transformada en locura, la pasión llevada al vandalismo, un nuevo campeonato que liberó un huracán de terror. “Estos no son hinchas, solo son un poco de delincuentes”, fue el calificativo que encontró Edson Ochoa para aquellos que ingresaron en los camerinos para llevarse hasta los zapatos del goleador del Ídolo campeón, Narciso Mina.
El grito de triunfo que durante 14 años permaneció encerrado, finalmente se liberó y salió tan furioso como volcán en erupción. La razón terminó pisoteada y la euforia se vio excitada cuando una turba descontrolada tumbó las seguridades, se metió al estadio y arrasó con todo a su paso.
El hecho se inició alrededor de las 21:00 cuando miles de fanáticos se volcaron a las calles al final del encuentro clave entre el Deportivo Quito y el Club Sport Emelec. El 2 a 0 de su marcador benefició a los “canarios” y la alegría rápidamente se trasladó a las calles.
“Un solo Ídolo tiene el Ecuador, Barcelona campeón”, fue el cántico que se escuchó al unísono entre la hinchada “amarilla” que avanzaba por la avenida que lleva el mismo nombre del equipo campeón. Todo resultó normal hasta los primeros minutos de celebración.
Dos horas más tarde, la situación cambió. No hubo barrera que los detenga, la gran cerca de metal la saltaron con suma facilidad. La gente corría y se metía a la fuerza. La casa de su equipo fue violentada. Las puertas volaron y el camino quedó libre para todos.
En medio del apuro, algunos se desplomaron. A nadie le importó pasar sobre sus cuerpos. Afortunadamente no se reportaron heridos graves en ese momento. El ingreso a la suroscura fue el escogido y algunos se infiltraron. Lo hicieron sin medir las consecuencias, otros se metieron hasta los camerinos y arrasaron con lo que estuvo a su paso.
“Nosotros entramos a los vestidores y salieron unos jugadores a decirnos que vayan al estadio”, manifestó un fanático detenido.
Los vestidores de cada jugador quedaron vacíos, los pasillos guardaron parte de las evidencias de lo que se les cayó de las manos y lo dejaron por falta de tiempo.
Entre las paredes permaneció el fuerte olor a gas pimienta que aplicó la fuerza pública para dispersar a la turba. El “colchón verde” de la cancha lució invadido por las cosas que dejaron abandonadas en plena huida.
“El propietario de uno de los bares nos dijo que dejó cerca de 20 mil fundas con agua, jugos y otras bebidas que se llevaron”, expresó el coronel de Policía Rolando Jácome. Minutos más tarde, Carlos Monserrate afirmó que esa era la cantidad que se llevaron de su negocio.
Las tropas policiales se redoblaron, retornó la calma y algunos fueron pillados en roja al tratar de ocultar lo robado. Veintiséis detenidos dejó el suceso.
El triunfo tan esperado se vio manchado por la actitud reprochable de unos cuantos enloquecidos. Ahora los verdaderos hinchas solo esperan que se sancione a los responsables, pero que esta vez no se equivoque el dedo de la justicia.
Barcelona sin entrenar
A causa de los desmanes, el equipo campeón se quedó sin entrenar. Los jugadores necesitaban los zapatos y otros implementos para prepararse y poder enfrentarse este fin de semana con el Club Deportivo Olmedo, a las 14:00, en el estadio Pichincha.
Por eso, el síndico de Barcelona, Héctor Vanegas, acudió ayer a la Fiscalía para tramitar urgentemente la entrega de implementos deportivos y todo lo sustraído en el estadio.
Luego, señaló Vanegas, en representación de Barcelona, presentará una acusación particular para que se sancione a los culpables “porque no podemos confundir un acto de euforia y de festejo deportivo con el vandalismo”. CCQ