“Es algo horrible”, dijo Óscar Alejandro Vaquero Garzón, conductor de un automóvil plateado, tipo jeep, de placa EPO-674, luego de atropellar a dos niños y a su madre en la intersección de las calles Flavio Alfaro y José María Guerrero, en el barrio Quito Norte.
El incidente ocurrió cerca del mediodía de ayer, por la impericia del chofer que decidió irrespetar el disco PARE, ubicado en la esquina de la calle Flavio Alfaro, provocando que otro vehículo de marca Peugeot, de placa PRG-555, que circulaba por la calle José María Guerrero, lo impactara por el costado izquierdo.
El conductor del jeep perdió el control y golpeó a la madre y a sus niños, pero el más afectado fue el de 7 años, alumno de la escuela fiscal mixta Vencedores, quien terminó adentro de una vivienda esquinera.
“Vi cuando el jeep se pasó la calle sin intentar frenar y de repente se escuchó el golpe, cuando me acerqué, el pequeño estaba dentro de la casa”, dijo David Chamorro, habitante del lugar.
Como caído del cielo, en ese instante circulaba por el sector el paramédico Richard Brown, quien revisó los signos vitales del infante, que aún se encontraba con vida, a pesar de que había perdido uno de sus brazos.
“Cuando lo toqué todavía respiraba, pero su situación era complicada y en pocos minutos esta terrible historia terminó con la vida de un inocente”, declaró el paramédico.
La madre y su hija fueron trasladadas de emergencia al hospital Pablo Arturo Suárez, pues presentaban varios politraumatismos. “Ellas se encuentran estables”, indicó Brown.
Los conductores de ambos automóviles fueron llevados hasta la unidad de flagrancia para realizar la audiencia correspondiente.
Mientras tanto, los moradores del barrio continuaban aterrados.
“Queremos un semáforo”, fue su pedido puntual para las autoridades. Ana Pérez, habitante del lugar, aseguró que los accidentes en este sector son continuos, pues los conductores no respetan las señales de tránsito.
“Desde las 06:00, los carros empiezan a corretear, no podemos caminar seguros ni siquiera por la vereda”, concluyó molesta e indignada.
En una grada cercana a la casa afectada, la abuelita de los niños lloraba desconsolada, como si se tratara de una terrible pesadilla de la cual quería despertar, mientras recibía el consuelo de los moradores.
Los oficiales recomendaron a la ciudadanía manejar con precaución para evitar desgracias. Esta vez un inocente angelito perdió la vida a causa de la imprudencia.
(MBM)