Las historias narradas en el Apocalipsis, donde se describen enormes lenguas de fuego, se vivieron la madrugada de ayer tras el incendio en una bodega que causó pánico en quienes lo presenciaron.
Las calles de Pascuales, cerca del kilómetro 16 de la vía a Daule, estuvieron repletas de bomberos. Una marea roja y amarilla se tomó las estrechas rutas de este populoso sector para llegar hasta donde se originó la emergencia.
Una bodega de aproximadamente 3.000 metros cuadrados, donde se guardan porcelanas y utensilios de cocina que son distribuidos por un bazar chino, quedó destruida por la furia ardiente que amenazó con arrastrar todo a su paso.
“Se desconocen las causas, pero adentro las llamas lo han consumido todo. Son temperaturas que superan los 700 grados y podrían llegar hasta los 1.500. Esto provocó que la estructura de metal se venciera”, relató Martín Cucalón, jefe del Cuerpo de Bomberos.
La alarma, que se produjo alrededor de las 21:30, “podría tener su origen en la explosión de uno de los montacargas”, indicó Carlos Reyes, guardia de bodega, pero Cucalón aseguró que “solo los peritos de la Policía podrán determinar las verdaderas causas del flagelo”.
Los obreros no encontraron explicación, “solo nos dimos cuenta cuando el fuego salía por la parte de arriba”, expresó Reyes. El hombre se vio débil y desarmado contra la inmensidad de las llamas que superaron los 20 metros de altura. “Lo único que pudimos hacer fue llamar a los bomberos inmediatamente”, agregó.
Para los moradores de la zona esto fue una historia difícil de creer si no la hubieran observado. Más allá de la curiosidad les invadió la preocupación al creer que el gigante fuego pudiera llegar hasta sus viviendas, ya que algunas chispas volaron hasta contaminar un terreno vacío junto a la bodega.
Incluso, un camión de distribución estacionado en el parqueadero del negocio quedó envuelto en llamas, pero solo tuvo diminutos daños en su estructura.
Todo se tornó complicado para los socorristas. A ratos se les acababa el agua y debieron parar el combate, pero llegaron los refuerzos desde Samborondón y, una vez más, la tropa de héroes anónimos atacó con más energía.
Cerca de cuatro horas debieron sufrir el absorbente calor frente a ellos, hasta que el fuego se consumió. Aunque no hubo víctimas, dejó millonarias pérdidas derretidas en su interior.
“Aquí podemos decir que nos hemos quedado sin trabajo, porque allí hay mucho dinero que se les perdió y que no van a sacar más para volver a levantar todo”, expresó un obrero preocupado por su futuro.