El destino de Vanesa Moncayo Véliz tuvo un horrible final en manos de su exconviviente Carlos Mite, un ebanista de más de cincuenta años, quien no se resignó a perderla y prefirió asesinarla de cuatro puñaladas.
Luego de introducir y sacar el filudo cuchillo en el cuerpo de su amada, el hombre se lo habría clavado en el pecho. Así herido fue detenido por agentes de la Policía, quienes lo trasladaron hasta el hospital Guayaquil.
Toda esta escena de horror ocurrió ayer domingo, a las 03:00, en las calles Nicolás Augusto González, entre Esmeraldas y Los Ríos, donde el vecindario escuchó los gritos desgarradores de la víctima. Nadie pudo hacer nada porque el supuesto celópata había cerrado la puerta.
Unos vecinos llamaron a la Policía. Los agentes que arribaron al auxilio subieron al segundo piso de la casa. Luego de tocar la puerta Mite salió con el cuchillo clavado en el pecho, mientras Vanesa yacía sobre el piso con cuatro puñaladas en el pecho.
La fémina últimamente llegaba tarde de su trabajo, la dejaba un hombre en un auto plomo, según contó el dueño de casa, Concepción Baidal. Pero aquella noche de horror, luego que se bajara del carro, subir escaleras y abrir la puerta de su departamento, al parecer fue sorprendida por su exconviviente.
Hace dos meses la víctima fue supuestamente amenazada de muerte por su exconviviente, quien no se resignaba a que lo dejara por otra persona. Ella comentó de dichas amenazas a Baidal, quien le aconsejó se cambiara de domicilio para evitar una desgracia. “Le decía cuídese, cámbiese, pero no hizo caso”, manifestó consternado el octagenario.
El año pasado, cuando la pareja era feliz alquiló el pequeño departamento en 150 dólares. “Les arrendé a ellos, ella era más joven que él. Aquí vivían bien, pero de la noche a la mañana tuvieron desacuerdos”, señaló el dueño de la vivienda.
Indicó que Oscar Mite en ciertas ocasiones le tocaba trabajar fuera de la ciudad.
La pareja se separó, pero Carlos Mite siguió rondando la casa de la joven mujer, pese a que ya no lo recibía y le decía en su cara que se buscara otra pareja. “Él le decía que no se podía olvidar de ella”, comentó Concepción Baidal.