Parece que les hubiera caído una bomba sobre sus casas. Se trata de alrededor de 30 familias que vivían, en algunos casos, más de 20 años en el sector llamado predio Solfo, en el kilómetro 17,5 de la vía Terminal-Pascuales, y que ahora tienen sus viviendas reducidas a escombros.
En un recorrido, este Diario constató el panorama desolador de estas familias. El jueves de la semana pasada, previo a una orden de desalojo, elementos de la Policía y equipo caminero llegaron al sitio para demoler las viviendas asentadas en el lugar.
Según un documento del Registro de la Propiedad, estos terrenos pertenecen a la Policía Nacional. Sin embargo, estos aseguran que llegaron de un momento a otro con las maquinarias y destruyeron todo lo que se había edificado.
Ahora permanecen cobijados por plásticos a manera de techo, palos y tablas como improvisadas paredes. Por eso piden a las autoridades que se los escuche, ya que han vivido allí por varias décadas y nunca han tenido problemas con los terrenos que ocupan.
“Cuando llegamos esto era diferente, con mucho esfuerzo hicimos nuestras casas, arreglamos el terreno ahora nos quedamos en la calle, pero no nos vamos a mover hasta dialogar con las autoridades”, dijo Xavier Burbano, uno de los afectados.
Sin embargo, reconocen que no poseen escrituras de los terrenos, pese a los años que han vivido allí. “En mi familia somos seis personas y hemos vivido desde hace 17 años, queremos que nos escuchen porque no tenemos dónde ir”, sostuvo Manolo Cantos, otro de los afectados.
Sobre este tema ellos acudieron ante el secretario técnico del Comité Interinstitucional de Prevención de Asentamientos Humanos Irregulares, Julio César Quiñónez, quien les manifestó desconocer sobre el asunto, pero que iba a analizar el problema para pronunciarse al respecto.
En el sitio permanecen dos patrulleros de la Policía que custodian el lugar, mientras los afectados expresan su preocupación, ya que está próxima la temporada invernal y sus enseres pueden sufrir daños, sobre todo los electrodomésticos y muebles.
Pese ello, Geoconda León prefiere tomar las cosas con calma. Nos observa y sonríe mientras permanece sentada muy cómoda sobre uno de sus sofás.
“Estoy cogiendo aire fresco”, nos contesta con una sonora carcajada cuando le preguntamos sobre su situación.