Dudas:¿Nació Jesús un 25 de diciembre, hace 2012 años? ¿Lo cobijó María en un pesebre, rodeado de bueyes y burros? ¿Eran tres los reyes llegados de Oriente? ¿Eran reyes? ¿Puede determinarse cuál es la estrella que los guió?Religiosos que han dedicado sus vidas a estudiar la Biblia y su contexto histórico enseñan que muchas de estas preguntas no tienen respuestas ciertas.“Lo que cuentan Mateo y Lucas sobre el nacimiento de Jesús en el Nuevo Testamento no coincide. Armonizarlos es una tarea casi imposible. Hay que entender que no se trata de historia propiamente dicha, lo que no quiere decir que no tengan fundamentos. Son géneros literarios distintos, apoyados en distintas tradiciones. ¿Son auténticos esos relatos? ¿Son recuerdos verdaderos?”, pregunta el padre jesuita Ignacio Pérez del Viso, profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de San Miguel.Estos relatos, dice, fueron escritos en la segunda mitad del siglo I, más de 30 años después de la muerte de Jesús, en un contexto en el que circulaban otros evangelios apócrifos.Toda la representación que hoy hacemos de la Navidad con el pesebre lleno de animales y Reyes Magos es una libre adaptación de los cuatro renglones que escribió San Lucas: “Y dio luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón (sala principal de la casa)”.El Evangelio no menciona ni la gruta ni los animales.El padre Luis Heriberto Rivas tiene mucho para decir al respecto. Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires, licenciado en Teología con estudios de especialización en Biblia en Jerusalén, obtuvo la Licencia en Sagradas Escrituras en la Pontificia Comisión Bíblica, en el Vaticano.Le parece comprensible que se ubique al nacimiento de Jesús en una gruta, porque esa es la geografía donde se alza Belén. Pero señala que “con la palabra pesebre se puede indicar el lugar donde están los animales, pero también el cajón o recipiente donde se pone el alimento para ellos, o también el morral que los burros llevan colgado ante la boca cuando van de viaje”. Lo cierto es que en la casa tuvieron que improvisar una cuna. Señal de humildad.Con el tiempo se llegaron a las representaciones actorales en los pesebres, que fueron prohibidos por el Papa Inocencio III (1198-1216).Con respecto a los magos, el Santo Evangelio según San Mateo tampoco es pródigo en detalles. Dice que cuando Jesús nació en Belén, “vinieron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente, y venimos a adorarle”.No hay alusiones al número, ni a su condición de reyes.“En la antigüedad se llamaban magos a los sabios que se ocupaban de ciencias como la astrología y la astronomía”, explica Rivas. Lo interpreta como un relato pintoresco que da cuenta del homenaje que paganos dieron al nacimiento de Jesús.Rivas señala que con el tiempo se confundieron los datos del libro del profeta Isaías y de los Salmos con los del Evangelio “y en el siglo VI se los llamó reyes por primera vez; el número fue cambiando con el correr del tiempo: en el siglo VIII se los llamó Melchor, Gaspar y Baltasar, y en el siglo XV se empezó a representar a uno de ellos como negro. Como se puede ver, todo esto fue añadido por la fantasía; sin embargo, se debe conservar la hermosa costumbre de ofrecer regalos a los niños en la noche del 5 al 6 de enero, así como los magos llevaron regalos a Jesús recién nacido”.La estrella que los guió aparece en San Mateo deteniéndose donde estaba el niño. Inútil que los astrónomos intenten identificar a un astro que detiene su marcha. El Evangelio podría estar hablando de un milagro, pero también sería “una referencia a las profecías del Antiguo Testamento que hablan del nacimiento del Mesías utilizando la figura de una estrella que se eleva”.Lo cierto es que gran parte de lo que hoy está presente en una celebración navideña no tiene sustento en la Biblia. Nada sabemos del día y año exacto del nacimiento de Jesús. “Se sabe —recuerda Rivas— que nuestro calendario tiene un error de unos 6 o 7 años, que ya no podemos subsanar. De modo que Jesús posiblemente murió a los 36 o 37 años”.El 25 de diciembre es una convención. La historia indica que el antecedente es la celebración en oriente, el 6 de enero, de la Epifanía, palabra griega que alude a la “Manifestación”. Se conmemoraba la manifestación de la Palabra de Dios: nacimiento, manifestación ante los Magos, el bautismo en el Jordán y ante sus discípulos en la bodas de Caná.El padre Ignacio Pérez del Viso señala que “el primer documento fechado nos remite a otro del año 330, de la época de Constantino, en el que se menciona una fiesta de Navidad el día 25”. La noche del 24 —la más larga del año en el hemisferio norte— se celebraba la fiesta pagana del sol, una vigilia con luces encendidas toda la noche. Se hizo coincidir ese nacimiento del sol con el nacimiento de Jesús.Los comienzos de este siglo encuentran a las fiestas de Navidad y Año Nuevo mezcladas, casi sin matices. “Hay que acostumbrarse a que es una celebración común a toda la humanidad, como gesto universal de juntarse para desearse buenas cosas —entiende Del Viso—. Estoy seguro que en varios países judíos y musulmanes participan a su manera, sin mezclar las creencias. Como signo universal de hermandad, es muy importante”.
Dudas:¿Nació Jesús un 25 de diciembre, hace 2012 años? ¿Lo cobijó María en un pesebre, rodeado de bueyes y burros? ¿Eran tres los reyes llegados de Oriente? ¿Eran reyes? ¿Puede determinarse cuál es la estrella que los guió?Religiosos que han dedicado sus vidas a estudiar la Biblia y su contexto histórico enseñan que muchas de estas preguntas no tienen respuestas ciertas.“Lo que cuentan Mateo y Lucas sobre el nacimiento de Jesús en el Nuevo Testamento no coincide. Armonizarlos es una tarea casi imposible. Hay que entender que no se trata de historia propiamente dicha, lo que no quiere decir que no tengan fundamentos. Son géneros literarios distintos, apoyados en distintas tradiciones. ¿Son auténticos esos relatos? ¿Son recuerdos verdaderos?”, pregunta el padre jesuita Ignacio Pérez del Viso, profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de San Miguel.Estos relatos, dice, fueron escritos en la segunda mitad del siglo I, más de 30 años después de la muerte de Jesús, en un contexto en el que circulaban otros evangelios apócrifos.Toda la representación que hoy hacemos de la Navidad con el pesebre lleno de animales y Reyes Magos es una libre adaptación de los cuatro renglones que escribió San Lucas: “Y dio luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón (sala principal de la casa)”.El Evangelio no menciona ni la gruta ni los animales.El padre Luis Heriberto Rivas tiene mucho para decir al respecto. Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires, licenciado en Teología con estudios de especialización en Biblia en Jerusalén, obtuvo la Licencia en Sagradas Escrituras en la Pontificia Comisión Bíblica, en el Vaticano.Le parece comprensible que se ubique al nacimiento de Jesús en una gruta, porque esa es la geografía donde se alza Belén. Pero señala que “con la palabra pesebre se puede indicar el lugar donde están los animales, pero también el cajón o recipiente donde se pone el alimento para ellos, o también el morral que los burros llevan colgado ante la boca cuando van de viaje”. Lo cierto es que en la casa tuvieron que improvisar una cuna. Señal de humildad.Con el tiempo se llegaron a las representaciones actorales en los pesebres, que fueron prohibidos por el Papa Inocencio III (1198-1216).Con respecto a los magos, el Santo Evangelio según San Mateo tampoco es pródigo en detalles. Dice que cuando Jesús nació en Belén, “vinieron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente, y venimos a adorarle”.No hay alusiones al número, ni a su condición de reyes.“En la antigüedad se llamaban magos a los sabios que se ocupaban de ciencias como la astrología y la astronomía”, explica Rivas. Lo interpreta como un relato pintoresco que da cuenta del homenaje que paganos dieron al nacimiento de Jesús.Rivas señala que con el tiempo se confundieron los datos del libro del profeta Isaías y de los Salmos con los del Evangelio “y en el siglo VI se los llamó reyes por primera vez; el número fue cambiando con el correr del tiempo: en el siglo VIII se los llamó Melchor, Gaspar y Baltasar, y en el siglo XV se empezó a representar a uno de ellos como negro. Como se puede ver, todo esto fue añadido por la fantasía; sin embargo, se debe conservar la hermosa costumbre de ofrecer regalos a los niños en la noche del 5 al 6 de enero, así como los magos llevaron regalos a Jesús recién nacido”.La estrella que los guió aparece en San Mateo deteniéndose donde estaba el niño. Inútil que los astrónomos intenten identificar a un astro que detiene su marcha. El Evangelio podría estar hablando de un milagro, pero también sería “una referencia a las profecías del Antiguo Testamento que hablan del nacimiento del Mesías utilizando la figura de una estrella que se eleva”.Lo cierto es que gran parte de lo que hoy está presente en una celebración navideña no tiene sustento en la Biblia. Nada sabemos del día y año exacto del nacimiento de Jesús. “Se sabe —recuerda Rivas— que nuestro calendario tiene un error de unos 6 o 7 años, que ya no podemos subsanar. De modo que Jesús posiblemente murió a los 36 o 37 años”.El 25 de diciembre es una convención. La historia indica que el antecedente es la celebración en oriente, el 6 de enero, de la Epifanía, palabra griega que alude a la “Manifestación”. Se conmemoraba la manifestación de la Palabra de Dios: nacimiento, manifestación ante los Magos, el bautismo en el Jordán y ante sus discípulos en la bodas de Caná.El padre Ignacio Pérez del Viso señala que “el primer documento fechado nos remite a otro del año 330, de la época de Constantino, en el que se menciona una fiesta de Navidad el día 25”. La noche del 24 —la más larga del año en el hemisferio norte— se celebraba la fiesta pagana del sol, una vigilia con luces encendidas toda la noche. Se hizo coincidir ese nacimiento del sol con el nacimiento de Jesús.Los comienzos de este siglo encuentran a las fiestas de Navidad y Año Nuevo mezcladas, casi sin matices. “Hay que acostumbrarse a que es una celebración común a toda la humanidad, como gesto universal de juntarse para desearse buenas cosas —entiende Del Viso—. Estoy seguro que en varios países judíos y musulmanes participan a su manera, sin mezclar las creencias. Como signo universal de hermandad, es muy importante”.