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“No soy el chofer”

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Con moretones en su rostro y sosteniéndose con un bastón para caminar, José Leonardo Oñate Villarroel, uno de los 37 sobrevivientes de aquel “bus de la muerte” que se accidentó en la vía a Píllaro, el miércoles 26 de diciembre, aclaró que él no era el conductor.
Oñate estuvo internado en el Hospital del Seguro Social en Ambato y a las 14:00 del sábado le dieron de alta. Se sorprendió cuando a las 16:00 del mismo día se enteró que su fotografía aparecía en los medios de comunicación.
La Policía la facilitó a algunos medios y aseguró que era el conductor y que lo buscaban.
De inmediato, José Oñate pidió a su esposa Rosalba Vinueza ir hasta el Comando de Píllaro para que aclaren lo sucedido.
Los uniformados de turno le dijeron solo que informarán a sus superiores. Ayer se acercaron a su vivienda varios agentes encargados de la investigación y le aseguraron que tenían orden de capturarlo. “Me dicen que se parece a mí el conductor, pero no pueden confundirme. Me hacen daño”, dijo Oñate sentado en una pequeña silla en la sala de su casa en Píllaro.  (YIE)

Un policía pidió datos

En la fotografía José Oñate aparece sentado, agarrado de una maleta y con su rostro ensangrentado. Cerca de él está un hombre, asegura que era un policía que aquella mañana triste del miércoles 26 de diciembre le solicitó los datos y lo ayudó llegar hasta donde estaban las ambulancias.
Oñate es oriundo de Pelileo, pero por amor se fue a vivir a Píllaro, donde se radicó junto a su esposa. La mayoría de los días viaja hasta Pelileo, donde tiene su finca y se dedica a las labores agrícolas y avícolas.
Recordó que ese día fue a la  terminal terrestre y era el segundo de los pasajeros. Ocupó el asiento 24, junto a la ventana del lado izquierdo. A las 09:30 el bus salió con destino a Ambato, pero en el trayecto se percató que la caja de cambios se trabó, sintió varios minutos que iban en neutro y luego llegó la velocidad. “La gente empezó a desesperarse y tratar de salir, me cubrí el rostro con mis piernas cuando el bus empezó a impactarse en las barandas y perdí el conocimiento. Cuando desperté me empecé a tocar mis piernas y brazos. Rodé unos 200 metros, estaba cerca del carro, me percaté que mi maleta estaba a diez metros y traté de alcanzarla. Fue cuando me senté porque no pude caminar”, relató el hombre, a quien la vida le dio una segunda oportunidad.
 Ahora espera que se aclare la confusión.

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