Una llamada telefónica hizo estremecer a María Dominga y a Rosalba Mascuacé Angulo. Las dos hermanas no se veían hace 41 años. El reencuentro ocurrió en el domicilio de Rosalba, en la ciudadela Valdivia. El llanto envolvió la dramática escena que se ahondó con la repentina aparición de la madre de ellas.
A las hermanas se le bajó la presión de tanta emoción. Por eso hubo que calmarlas con agua de valeriana. La impresión que se llevaron fue muy fuerte.
“¡Ñañita, ñañita, espérame, en este momento voy a tu casa. No te vayas por favor!”, exclamó varias veces por teléfono María Dominga Mascuacé Angulo luego de que EXTRA diera con el paradero de Rosalba, quien hace 41 años se separó de su hermana cuando logró fugarse de la vivienda de una familia domiciliada en la capital, que supuestamente las trató como esclavas.
Apenas tenían 7 y 9 años cuando su madre Margarita Angulo las entregó a los tiranos.
La macabra familia le ofreció un hogar y educación para las niñas, pero en realidad recibieron torturas por parte del hijo del patrón, un joven de 18 años, quien a decir de las afectadas era racista.
El joven les ponía corriente en las manos cada vez que no limpiaban bien la casa de tres pisos. Del dolor se desplomaban en el piso.
Ellas cuentan que eran alimentadas con comida para chanchos. Las víctimas del maltrato lograron fugarse cuando tenían 12 y 14 años y dejaron de verse.
Hace 21 años María Dominga encontró a su madre en un velorio y nunca se dio por vencida para dar con el paradero de su hermana.
EL REPORTAJE
Luego de que EXTRA publicara el reportaje sobre su vida en el que se incluyó su número de celular, María Dominga recibió muchas llamadas de lectores, quienes conmovidos por la historia le dieron apoyo espiritual, pero fue Fernando Holguín quien aseguró conocer a Rosalba, porque fue la mujer de un tío suyo que vivía en la 14 y Colón, en Guayaquil.
El joven envió una fotografía de Rosalba a nuestro correo electrónico.
A LA 14 Y COLÓN
En la 14 y Colón, en la casa del ex marido de Rosalba, encontramos a la señora Yolanda González, quien nos llevó hasta la 23 y la J, donde el ex yerno de la desaparecida nos proporcionó el número telefónico y la dirección en el bloque 5 de la ciudadela Valdivia.
ROSALBA EMOCIONADA
Al contactarnos con Rosalba, ella confesó que había tomado unos sedantes para los nervios. El reportaje sobre su hermana la impresionó tanto que “es como un sueño hecho realidad”, expresó agitada.
Al enterarse de que habíamos dado con el paradero de su hermana, María Dominga gritó e intentó pararse de la silla de ruedas para saltar. Sus hijos le pusieron alcohol en el rostro para calmarla.
“Mamita, ha llegado el momento, pero contrólate”, le mencionaban.
La emoción por ver a su hermana era tan fuerte que su corazón parecía detenerse. Para calmar esa ansiedad la pusimos en contacto telefónico con Rosalba.
“¡Hermana querida, cuántos años sin verte!, en este momento salgo para allá”, exclamó una y otra vez.
Llevamos a María Dominga hasta la ciudadela Valdivia para el reencuentro con su hermana.
RUMBO AL FINAL FELIZ
Durante el trayecto a la ciudadela Valdivia, María Dominga lloraba al igual que sus hijos y nietos que la acompañaron. “Gracias a ustedes voy a verme con mi hermanita”, señalaba dentro del vehículo.
Una vez en el primer piso del bloque 5, Rosalba, quien lucía más joven que su hermana, salió a recibirnos. Vive con una amiga, porque no tiene casa desde que su marido la dejó en la calle.
A Rosalba le temblaban los labios y las manos. No podía creer que luego de 41 años estuviera frente a su “ñañita”. Se lanzó sobre María Dominga y la abrazó fuertemente.
Durante el efusivo abrazo María se desmayó, pero sus allegados la reanimaron con colonia. Las hermanas entraron tambaleándose a la casa, donde las palabras sobraron para demostrar lo que sentían.
CAYÓ DE SORPRESA
Mientras Rosalba confesaba a su hermana que por varios años odió a su madre, Margarita Angulo apareció.
Ella tenía el rostro firme y los cabellos blancos. Vestía falda larga y en sus manos traía una Biblia.
El llanto volvió a fluir. “No es posible, tantos años vivir sin familiar alguno y ahora encuentro a mi hermana y a mi madre”, exclamaba Rosalba.
Por el resentimiento que sentía se inscribió solo con el apellido de su padre, pero María Dominga le llevó la partida de nacimiento original, donde constaban sus verdaderos nombres.
LA EXPLICACIÓN DE MARGARITA
Doña Margarita, muy conmovida, pidió perdón a sus hijas. Explicó que fue criada por su abuela, quien la maltrató como una esclava. “En esos tiempos era costumbre que los primeros hijos pertenecían a los abuelos, ese fue mi caso”, manifestó. Para rematar le tocó un mal esposo. Como lavandera no tenía ingresos para mantener a sus hijas. “No quería que tuvieran el mismo trato que yo, viviendo a lado de mi abuela”, comentó.
Por eso, creyendo en la buena voluntad de aquella familia, entregó a sus hijas con la condición que tuvieran un hogar y estudios.
Luego de escuchar la explicación de su progenitora, Rosalba se puso contenta, porque ya tenía a quien enviarle un ramo de flores rojas el Día de las Madres.
LA ACTUAL VIDA DE ROSALBA
También le tocó vivir varios episodios tristes, por los que varias veces intentó suicidarse. El año pasado falleció su hija menor y se quedó a cargo de su nieta. Hoy está sin trabajo.
Cuando escapó de las garras de la familia que la humilló lo hizo con la ayuda de una vecina. “Me escondió en su casa, luego me llevó a otras partes para que no me encontraran”, indicó.
“Mi vida se marcó con el trato de estas personas adineradas y pudientes. Por ello constantemente he caído en depresión, pero creo que ahora todo será diferente”, concluyó.