Muy elegante, con terno negro y una camisa blanca, llega al gimnasio Predador Jiu-jitsu, ubicado en el norte de Quito, el candidato a asambleísta por el Movimiento Avanza, John Argudo, para realizar una larga sesión de artes marciales para calmar el estrés acumulado por la campaña electoral.
“La verdad es que este deporte me fascina, hace tres años vine por primera vez y lo hice por acompañar a mi hijo Nicolás, de 7 años, quien me pedía e insistía que lo acompañe. Vine, vi de qué se trataba el asunto y me gustó, ahora soy un fanático de este deporte”, manifestó el postulante.
Entre risas y bromas comentó que está un poco pasadito de peso y que no se siente mal al practicar artes marciales con jovencitos. “Estoy un poco gordo porque ya son ocho meses que he dejado de hacer deportes por esto de la campaña electoral, pero aquí estoy practicando esta disciplina deportiva que me encanta, en la cual solo hay jovencitos”.
ESTUDIO EN UN CUARTO DE TIERRAArgudo es oriundo de Shurun, una comunidad campesina de Cañar, ubicada a ocho kilómetros del centro poblado.
Es el mayor de siete hermanos y recuerda que por ser el primogénito siempre tuvo responsabilidades. “Mi niñez fue humilde, mi padre Guido Argudo fue mi maestro de escuela, él daba clases en la casa de mi abuelo, en un cuarto de tierra, donde estudiábamos todos los niveles de primaria. Para sexto grado, la familia se trasladó a Azogues y ahí pude terminar la escuela; mi padre se quedó en la casa de Shurun porque tenía que dar clases y yo tuve que ser muy responsable con mis hermanos, pues fui el ejemplo de ellos tras la ausencia de mi padre”.
Lo que más le conmueve de su niñez fueron las actividades que realizaba en la comunidad donde se crió junto a sus hermanos, como jugar con una pelota de trapo. “La vida en el campo es linda, recuerdo que con mis hermanos hacíamos una pelota rellena de medias y trapos y jugábamos porque no teníamos para un balón de cuero. A parte íbamos a coger agua de un manantial que quedaba lejos de la casa, pero ese viaje era lindo, ya que descubrimos muchas cosas”, recuerda entre suspiros.
AGRADECIDO CON DIOSEl amor a Dios es algo que lo lleva desde muy niño y está agradecido por todas las bendiciones que ha recibido.
“Amo mucho a Dios, no soy de los que va siempre a misa ni esas cosas, pero todas las mañanas al despertar le agradezco por la vida y por todo lo que me ha dado.
Recién me regalaron una virgen en un llavero que siempre lo llevo conmigo para que me proteja de cualquier cosa mala”, expresó el hombre.
“BARRÍA EL PISO”Uno de los primeros trabajos que tuvo luego de terminar la secundaria y graduarse de bachiller en Comercio Administrativo, en la especialidad de Contabilidad, fue como obrero en la fábrica de gaseosas.
“Mi trabajo consistía en llegar temprano, barrer el piso, cargar costales de azúcar y esas cosas, nunca me quejé y trabajé a gusto”, manifestó orgulloso.
Producto de su constancia en los estudios pudo conseguir otro trabajo que fue de profesor de Contabilidad y Estadística en el colegio Mariscal Sucre de Cañar.
Luego, a los 22 años, fue jefe del Registro Civil, un trabajo en el que “arruiné la vida a muchas personas porque los uní en el matrimonio, pero bueno así es esto”, dijo riendo a carcajadas.
UN HOMBRE PACIENTESer profesor lo ayudó a ser una persona paciente, ya que tenía un carro en el cual se movilizaba, pero el estado del automóvil no era el mejor y tuvo que pasar por muchos apuros.
“De donde yo vivía en Cuenca y donde daba clases eran casi dos horas de viaje, por eso mi abuelo me regaló una camionetita vieja que casi era adaptada por todos lados y se dañaba a cada rato, razón por la cual aprendí a hacer de mecánico, pero lo mejor es que aprendí a ser paciente, a no desesperarme por nada y a sobrellevar las circunstancias difíciles”, manifestó Argudo.
Sus hijos, su mayor inspiraciónCon un poco de nostalgia, John comenta que está separado de su esposa, pero tienen una buena relación de amistad. Sus tres hijos son lo que más extraña. Aunque los ve con frecuencia, “no es igual a cuando vivíamos juntos. Tengo tres hijos, John Andrés (18 años), Andrea Cristina (12) y Sthéfano Nicolás (7 años). Ellos son mi vida y mi máxima inspiración.
A veces los padres llegamos al hogar cansados y pensamos que nuestros hijos molestan, pero eso se convierte en parte de nuestra vida; ahora que no vivo con ellos los extraño y me hacen falta sus ocurrencias, claro que los veo muy seguido, pero no es igual”.
COCINA DELICIOSOSu separación le ha implicado valerse por sí solo en las actividades del hogar, como tener que cocinar. “La cocina me gusta mucho, cuando voy a la casa de mi madre en Azogues me piden que les cocine un delicioso seco de gallina, que es mi especialidad, y bueno me toca complacer a la familia; a parte no es nada del otro mundo hacerlo, en menos de una hora tengo el platillo listo”, dijo el hombre.
Su sueño era Ser mecánicoUno de los sueños o deseos que no pudo cumplir, pese a que es algo que le gusta, es ser mecánico, ya que desde muy pequeño le encantaba desarmar y armar las cosas.
“La mecánica es uno de mis sueños, siempre desarmaba las cosas y las volvía armar, veía cómo era su funcionamiento y cómo iban las piezas entrelazadas y la precisión que deben tener al juntarse para que el aparato funcione y eso me encantaba”, añadió.
Con una mirada pícara, Argudo comentó que “siempre desarmaba las cosas dañadas, las volvía hacer que funcionen, pero me sobraban piezas y al final eso funcionaba”.