Para la medianoche de ayer, los sesenta y siete años, seis meses y dos días que la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) se había mantenido al frente del control vehicular en la ciudad de Guayaquil llegaban a su fin para dar paso a una nueva institución que la sustituiría en labores: la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM).
El traspaso simbólico de responsabilidades se realizó con la presencia de unos doscientos uniformados de los dos organismos, familiares, amigos y el gerente de la ATM, Andrés Roche.
Los flashes de un incontable número de teléfonos se encendían en las manos de todos los que querían plasmar el histórico momento de cambio.
El acto, que tuvo una duración de casi quince minutos, inició con la llegada del parque automotor del nuevo ente de control y la formación de los recién incorporados agentes civiles de tránsito.
Eran exactamente las 00:00 y el maestro de ceremonias llamaba hasta el atril al sacerdote Richard Alarcón para que diera la bendición a todos. En coro, los asistentes repetían “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, al tiempo que hacían en su pecho la señal de la cruz, como una forma de encomendar a Dios a los más de seiscientos nuevos funcionarios.
Luego de eso, Luis Lalama, comandante de la CTE, recibió el parte del coronel Enrique Varas, coordinador de la ATM. “Nosotros, como agentes civiles de tránsito expresamos nuestro más sincero sentimiento de gratitud”, le decía Varas a Lalama. “Mi coronel, éxitos en sus nuevas funciones”.
En medio de la formalidad del evento, ambos coroneles se fundieron en un abrazo de amigos y colegas. Aplausos, vivas, lágrimas y mucha nostalgia fueron también parte de esta ceremonia de relevo de mando, la cual coincidió con el onomástico del comandante Lalama.
Lo siguiente en el orden del día era recibir, por parte de Roche, el primer parte de novedades.
En medio del silencio de los asistentes, el principal de la nueva agencia de control de tránsito exhortaba a los recién estrenados agentes a que trabajaran con mística y sentido del deber, que se negaran a pedidos indecorosos y, además, fueran firmes en el cumplimiento de la Ley, “sin dar trato preferencial absolutamente a nadie”.
“Procedo a entregar de manera formal la competencia del control de tránsito en Guayaquil”, finalizó Roche.
Terminado el acto castrense, los vigilantes salieron entre los aplausos de la gente y gritos de “viva la CTE”.