
Nacieron en un cuerpo de mujer, pero por dentro sienten, piensan, quieren ser y se desarrollan como hombres.
Los transexuales masculinos son los autodenominados ‘invisibles’ del mundo trans. Cuando se menciona este término, lo primero en que se piensa es en una persona que nació como hombre biológico, pero que adopta el rol de mujer (transexuales femeninos).
Su caso es justo el contrario. Los hombres trans son personas que nacen biológicamente como mujeres, pero adoptan los roles del género masculino.
Muchos los llaman erróneamente lesbianas, pero estas son mujeres a las que les gustan las personas de su mismo género.
Un transexual masculino puede ser heterosexual(le gustan las mujeres) u homosexual (le gustan los hombres).
Es prudente, antes de entender el cambio por el que pasan estas personas con desacuerdos de identidad o disforia de género, determinar la diferencia entre orientación e identidad sexual.
La orientación es la atracción física hacia una persona por razón de su sexo y la identidad es el rol social que se adopta.
En este especial, EXTRA explica en ocho fases el camino que deben seguir para cumplir su meta. Un psicólogo, una especialista en hormonización y un cirujano estético hablan sobre los distintos tratamientos en sus áreas.
Las señales
La persona nota que tiene un conflicto de género, por lo general en la infancia. Pero según el psicoterapeuta Eduardo Tigua, usualmente tiende a negarlo o no lo asume por razones sociales o familiares.
Con la mayoría de edad o cuando tiene autonomía social, revela y nota lo que desea. “Se quiere equiparar físicamente con las sensaciones internas que tiene”, detalla.
Dos
Verificación
Según el Protocolo de la intervención psicológica de la transexualidad, elaborado por el Colegio de Psicólogos de Las Palmas de Gran Canaria (España), es recomendable que la persona con un conflicto de género haga una terapia psicológica, cuyo objetivo sea “lograr un bienestar psicológico duradero con su género”.
Con este tratamiento, se corrobora que desea vivir y ser aceptada como miembro del sexo opuesto y quiere que su aspecto físico sea lo más parecido posible al sexo preferido, a través de una cirugía o tratamiento hormonal (o ambas).
Se reafirma su elección como propia. Y por lo general se requiere terapia psicológica (en muchos casos obligada) para proceder a tratamientos que impliquen transformaciones en su cuerpo.
Tres
Preparación psicológica
Según Tigua, el tratamiento psicológico le ayudará a prepararse para vivir el cambio radical que implica dejar de parecer mujer y empezar a verse como un hombre. Indica que no hay un tiempo definido de duración de la terapia. El protocolo español, en cambio, señala que no debe ser menor a tres meses. Pero Tigua detalla que dependerá del nivel de certeza que tenga la persona sobre su orientación.
En esta etapa, el psicólogo desglosa al paciente las consecuencias que tendrá su cambio y lo preparará para afrontar la presión social.
El informe positivo del psicólogo servirá para que el endocrinólogo inicie la etapa de hormonización.
Cuatro
Tratamiento hormonal
El siguiente paso es iniciar la terapia de administración de hormonas masculinas (testosterona). Alexandra de los Santos, especialista que coordina este proceso en la fundación Silueta X, apunta que a través de la inyección de hormonas los trans masculinos podrán sustituir sus rasgos femeninos por unos masculinos. Es necesario que el paciente tenga la mayoría de edad. La profesional explica que antes de iniciar el proceso, cuya duración aproximada es de dos años, el paciente debe hacerse un examen de sangre completo y un eco pélvico-abdominal para comprobar el estado de su organismo.
“Si viene un paciente con hígado graso o demasiado inflamado, no estará apto para seguir el procedimiento de la hormonización”, anticipa. Tampoco pueden comenzar el proceso quienes estén pasados de peso.
Cinco
Primeros cambios
Con la hormonización habrá ausencia de la menstruación, transformación de la voz, disminución de los pechos, aparición de la barba y el vello corporal.
De los Santos precisa que existen dos métodos: uno lento y otro rápido. El primero se aplica cada mes y sus efectos comienzan a ser visibles tras medio año. El costo de cada ampolla es de $5. El segundo se suministra cada dos meses y los resultados se palpan antes. Su precio asciende a $50. La especialista advierte que estos procesos deben realizarse con asesoramiento profesional, pues si los pacientes se automedican pueden sufrir problemas en el hígado, la tiroides y los riñones. “También tienen que hacerse un tratamiento en estos órganos, porque todo lo que no es de uno, el cuerpo lo va a rechazar”, agrega.
Seis
Adaptación a una nueva vida
Luego de la aparición de los cambios físicos, el trans masculino experimenta su nuevo papel en la esfera pública, anota el protocolo español. Para Tigua, es importante que en esta etapa, la persona vuelva a la consulta del psicólogo, porque hay ciertos casos en los que el paciente podría no querer continuar con el proceso transexualizador (cirugías de reasignación de sexo). Detalla que en esta fase se le prepara para afrontar las opiniones positivas o negativas de la sociedad.
Siete
Reasignación de sexo
El cirujano estético Juan Carlos Estrada detalla que un trans masculino puede someterse a una metaidoplastia, faloplastia (cambio de sexo) y mastectomía (eliminar las mamas).
El cambio de genitales puede darse por dos métodos: usando el clítorios para crear un micropene (metaidoplastia) o formando un pene más grande con otros tejidos (faloplastia). En el primer caso, la sensibilidad sexual se mantiene en mayor medida. Ambos ‘penes’ son funcionales para la micción, pero no para la penetración. También puede solicitar una histerectomía (retiro de útero y ovarios), pero Estrada no lo recomienda porque perdería las hormonas femeninas, también necesarias para el varón.
El doctor asegura que en el país son pocos los especialistas que realizan la cirugía, ya que se trata de una intervención irreversible.
Ocho
Postquirúrgico
El trabajo psicológico posterior a la cirugía es indispensable cuando la persona aún no se siente cómoda con su nuevo rol de género, así como para evitar las posibles consecuencias del estrés post-traumático que acompaña a la mayoría de operaciones. Según Tigua, en este período intervienen dos factores determinantes: su vulnerabilidad o la fuerza del impacto de la transformación.