Sus lágrimas conmovieron al Ecuador entero hace 13 años. La falta de dinero no le dejaba cumplir su único sueño:comprarle una casa a su mamá. Luego de más de una década, el fantasma de la necesidad vuelve a tocar la puerta de la ex Kiruba, Mariela Nazareno. No tiene los recursos económicos para costear los cuidados que necesita su hija, quien tiene parálisis cerebral.
En el 2003, su talento para la música fue el arma para hacer feliz a su mamá con una vivienda propia. Movida por ese anhelo, participó y ganó el reality Pop Stars, que se transmitió por Teleamazonas y en el que se formó el grupo femenino Kiruba.
Hace seis meses, volvió a confiar en su talento y su meta era grabar un disco con canciones de su autoría y así tener un trabajo estable para cubrir las necesidades de Isabela, de 10 años, pero otra vez la falta de dinero ponía trabas a sus metas.
Eso la hizo pedir ayuda a un amigo músico, de quien prefiere ocultar su identidad, para producir un demo de cuatro temas que ella compuso, con la esperanza de lanzarlos al mercado. Sin embargo, las cosas no salieron como ella esperaba. Desde hace tres semanas, esa persona no aparece y tiene en su poder todo el material que ella compuso.
Su mayor temor es que su trabajo sea usurpado, aunque prefiere no denunciar hasta saber qué pasó con su conocido.
No tiene idea del paradero de su amigoAbraza a su niña para contar la historia que no la deja dormir tranquila. Mariela recuerda que el hombre viajó a África con la promesa de buscar colaboración de otros músicos para producir sus canciones con el ‘toque’ africano que ella buscaba.
Detalló que para eso, esta persona supuestamente le pidió que le envíe cierta cantidad de dinero, que prefiere no especificar. Lo que indica es que, si bien la suma no es muy alta, para ella y su hija significa prescindir de los elementos necesarios que requiere la niña, debido a su capacidad especial.
“Al principio, él me enviaba el audio de la canción que había trabajado. Después de un tiempo regresó al país y acá nos preparamos para acabar de producir el sencillo en el que, supuestamente, solo faltaba grabar mi voz”, explicó la artista.
Una vez que se pusieron ‘manos a la obra’ fue que todo empezó a ir mal, según Mariela. “Él no sabía en qué programa habían grabado la música y pronto pidió que volvamos a registrar los elementos que se necesitarían para empezar a producir, como el teclado, el bajo, etc.”, explicó.
Sin recursos disponibles para realizar ese trabajo, algunos amigos músicos le tendieron una mano. “Gente realmente dadivosa me ayudó a tener todo listo, yo estaba muy emocionada y después de dos semanas él me contactó para, supuestamente, solucionar el problema que había para descomprimir el material que trajo de África”, añadió.
La condición para que la ayudaran era que ella grabara su voz en el estudio de otra persona, en el sur de Quito. “Yo tengo una hija con capacidades especiales y no puedo disponer de tiempo así para ir hasta allá, porque vivimos en el norte”, indicó.
Sin embargo, organizó su tiempo y cuando trató de contactarse con su conocido para que le diera referencias del productor en el sur, este hasta ahora no responde. “Él tiene todo mi material, lo que a mí me preocupa es que en dos o tres meses yo vaya a escuchar la letra de mi canción en voz de alguien más”, sostuvo.
Sin dineroLa cantante está desesperada porque para poder registrar su música en el Instituto Ecuatoriano de la Propiedad Intelectual (IEPI) le informaron que debe tener sus temas grabados, pero no tiene dinero para hacerlo e iniciar el proceso de inscribir sus derechos de autor.
Según el productor Gino Falconí, la grabación de un demo oscila entre 50 y 100 dólares. El trámite en el IEPI, por canción, cuesta 12.
Mariela vive de dar clases de canto y de distintas presentaciones artísticas, pero explicó que en este momento no tiene trabajo. Sus carencias financieras la llevaron a tomar la dolorosa decisión de retirar a su hija de la escuela especializada en la que estaba. “Es una institución para niños especiales, necesito que esta persona entienda la desesperación que siento”, imploró.
“Isabela usa pañales, no habla, no camina (…) y no me quejo”, hizo referencia con esto, a que aun con las dificultades que está pasando, ella intenta sonreír a la vida, pero no considera justo que le arrebaten esa posibilidad.
“Necesito poder trabajar en lo que conozco, no lo hago buscando fama, lo hago porque me necesito proveer para Isabela”, reiteró.