Un volquete descargaba ayer por la mañana material pétreo al costado de un ramal del estero Salado, que colinda con la cooperativa Independencia 2, en el sur de la ciudad.
Alrededor pequeñas casas de madera y caña fueron levantadas para albergar a más familias, ganando cada vez más espacio a este brazo de mar. Casi no hay vegetación en el lugar, pues el mangle fue reemplazado por los asentamientos informales y un relleno que cubre el agua.
Marco Bone tiene pocas semanas de haber llegado. Reacio a explicar los motivos que lo llevaron a vivir en la cooperativa, solo dijo que es el único lugar donde pudo levantar su casa. De inmediato se alejó caminando entre piedras y restos de materiales de construcción usados como relleno.
Tres cuadras más adelante, en la escuela Bertha Valverde de Duarte (sector Nigeria, en la a isla Trinitaria), se realizaba una actividad a cargo del Ministerio de Ambiente y el proyecto salesiano Chicos de la calle. La temática fue la recuperación del estero.
Allí, cientos de niños de planteles del sector recibieron, a través de un programa de teatro, títeres música, mensajes alusivos a la protección de este ramal afectado por la basura a los asentamientos.
La jornada comenzó con una caminata desde la escuela Isabel Herrería, con los alumnos participantes. En el trayecto se entregaron a las familias que habitan en el sitio mensajes de concienciación sobre la limpieza del ramal y su cuidado. También se pintaron en varias casas letreros alusivos al derecho de los niños.
Washington Angulo, dirigente comunitario, dijo que su labor es ardua. “Queremos ayudarnos entre nosotros a no botar la basura en el estero Salado, que esperen el carro de Puerto Limpio para contribuir con la limpieza”, indicó.
Sin embargo consideró que como comunidad empezaron a difundir estas acciones, pero también requieren del apoyo institucional para que se cumpla con la recolección, a la vez que admitió que la tarea es ardua para que la gente se una a estas acciones.
El sacerdote Marco Paredes, del centro comunitario Don Bosco, expresó que se trabaja junto con los directores de las escuelas para buscar la unidad y lograr que los chicos y padres de familia participen no solo en el cuidado del ambiente, sino también en los derechos de los menores.
Por tratarse de un sector deprimido económicamente, es susceptible de la violencia y la falta de empleo, por lo que hace falta más intervención de los organismos públicos para retornar en la educación y consecución de empleos.
El centro comunitario trabaja desde 2009 en este lugar, de allí que los cambios que se aspira a obtener no llegarán de la noche a la mañana, sino con trabajo conjunto. “Estamos con la campaña de cuidado del estero, donde se trabajó desde las vacaciones con los niños para educarlos sobre la importancia de su cuidado”, sostuvo el sacerdote.
La actividad llegó a su fin. Niños y padres de familia retornaron a sus hogares con el mensaje ambiental, en un sector que parece expandirse con más rellenos que le gana más espacio al estero.