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“Pokemones”, la nueva “tribu” juvenil

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Pantalones de colores fuertes: rojo, verde, amarillo, morado; camisetas de puntos y rayas; variedad de piercings y accesorios, y extraños peinados son características de los “peladitos” que se reúnen por las tardes afuera del Centro Comercial Iñaquito (CCI).  
“Estamos aquí los miércoles, jueves y viernes, solo por vacaciones venimos todos los días”, indicó uno de los chicos.
Los adultos que transitan por el sector (Amazonas y Naciones Unidas) los miran desde lejos, critican y algunos hasta se molestan con su presencia. Un guardia del centro comercial les pide que se retiren, pues interrumpen el paso.
“Así siempre nos botan de los lugares a donde vamos, primero nos mandaron de la plaza (la de las Américas), luego del Quicentro, ya mismo nos prohiben venir aquí”, dijo el joven de 17 años.

Son “alternativos”

Chicos y chicas, de entre 12 y 20 años, han optado por reunirse en las afueras de los centros comerciales. “El que jala más gente es el que más pega”, dice “Gomita”,  quien usa el apodo con el que casi todos la conocen.  “Ser popular es lo que importa”, asegura.
Ellos dicen no ser pokemones, ni floggers, ni emos, simplemente siguen la moda del momento. “Somos alternativos, nos gusta peinarnos y vestirnos así, pero no pertenecemos a ningún grupo, parecemos emos, pero no somos tristes; parecemos pokemones por el peinado y la música que nos gusta, pero tampoco es así”, manifiesta “Wilson”, de 16.
Las otras subculturas los confunden, pues no saben cómo definirlos. Harry, un hoppero que los ve de lejos, los llama “noveleros”, “no saben ni qué son, solo están ahí para buscar amigos y hacerse los interesantes”, dice.
“Siempre tenemos problemas con los punk y los hoppers, pero nosotros tratamos de no armar lío”, dijo Wilson.

Bailar y “vacilar”

En medio de la bulla se oía a “Eminem”. Uno de los jóvenes hablaba por teléfono con uno de los que faltaba. “Qué fue loco, sí vas a ir a la caída”, “ya mismo nos vamos”. Para que sea una buena caída debe haber algo “in” para tomar y fumar, pero lo más interesante es “vacilar”. “Si no vacilas estuvo mala la tarde”, dice Pepe.
“No es suficiente con bailar, la cosa es besarte con alguien, mientras sean más es mejor”, asegura.
En una caída pueden llegar a “vacilar” hasta con 10.
Es sorprendente escuchar que todos pueden “vacilar” con todos, “no hay resentimientos”, dice Pepe, “esa es la nueva moda”.
Las “caídas” se hacen en una casa en que no existan padres, los adultos deben llegar pasadas las 21:00, pues a esa hora  se van a sus casas o a seguir en alguna zona “cool”.

La farras y fotos

Los celulares son instrumentos infalibles, eso sí, que tengan una buena cámara incluida, pues las fotos son una de sus debilidades. Sin embargo, al quererlos fotografiar  pedían que sus rostros no salieran. “Mis pas piensan que vengo al cine o a patinar”, dijo “Gomita”.
“No hacemos nada malo, solo que no nos dan permiso, no sé porqué, así que mejor les miento para salir”,  comentaba “Boom” a otra de sus amigas.  

Su look es complicado

“Una hora me demoro en peinarme”, dijo uno de los chicos, “pero a veces no me lavo el cabello para que dure dos días siquiera”, afirmó.
“No me demoro mucho, porque tengo el cabello lacio y largo, en maquillarme una media hora, porque es full delineador”, afirma “Gomita”.
Varias de sus amigas llegaban con el rostro casi limpio, pero en cuestión de minutos su look cambiaba totalmente.

Al fin la “caída”

Ya estaban completos, así que cada uno agarraba a sus “panas” para ver cuál era la dirección de la “caída”.
De a poco se dispersaban para empezar con su “farra”.
Antes de que llegue la noche tienen que haber “vacilado”, aunque sea con quien pasó primero por su amigo o amiga, tomado hasta estar “happy” y bailado hasta sentir que sus piernas no pueden más de tanto movimiento rápido con elektro o del infaltable “hasta abajo” con el famoso reggaetón.
El que mejor baila se hace más popular y consigue más “vaciles”, el que mejor peinado o vestido está tiene un lugar en la mente de los demás, pues al siguiente día todos querrán imitarlo.
Así siempre hay alguno que se convierte en el líder, pero solo dura una semana, pues todos los días hay algo nuevo y llamativo.
Los exteriores del centro comercial empezaban a lucir más tranquilos a eso de las 17:00, pues todos se embarcaban en buses o en taxis, el tiempo es oro y la diversión y los “vaciles” están a punto de empezar.

Etapa de confusiones

“Desde los 11 hasta los 18 años aproximadamente los chicos buscan ser aceptados por el grupo”, manifiesta América Aguirre, psicóloga educativa.
Los cambios que sufren en este período provocan bruscas alteraciones corporales y psicológicas que en algunos adolescentes desencadena en inseguridad y baja autoestima, por lo que la salida más fácil es seguir a los “populares”.
Para Aguirre, el control de los padres es fundamental, sin embargo el trabajo los obliga a permanecer fuera del hogar durante casi todo el día, “es ahí donde los chicos aprovechan”, dice.
“Estas nuevas modas que adoptan son extranjeras y pierden su identidad, por eso no saben ni lo que son, ni ellos lo pueden definir”, asegura la profesional.
La etapa colegial es propicia para generar nuevas modas y estilos, actividades y diversiones, los chicos se convierten en “ovejitas” del grupo “nice”.



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