El cura sin cabeza es una leyenda mística de las tantas que hay en Yaguachi, donde sus pobladores cuentan que hace muchísimos años un sacerdote que fue decapitado por delincuentes solía penar con la sotana y la cabeza en sus manos. La historia es muy conocida y al igual que otras fábulas será plasmada en un libro de un escritor.
“Todas las leyendas tienen un núcleo verdadero, pero la fantasía popular se encarga de inflarlas”, señala el padre Roberto Pazmiño Guzmán, exvicario de la Diócesis de Guayaquil y expárroco (1974-1986) de la catedral de San Jacinto de Yaguachi, asentada en ese hermoso cantón. Fue allí donde conoció varios mitos, entre estos el de un cura sin cabeza que se lo contó Máximo Rodríguez, el sacristán de aquel entonces.
Pazmiño dice que esta historia no data el tiempo exacto en que sucedió, pero se presume que fue en el siglo XVIII. Se trata de un cura que fue decapitado por delincuentes mientras rezaba en la llamada ermita de San Jacinto (hoy catedral de Yaguachi). Los asesinos se robaron la custodia de oro con piedras preciosas. El cuerpo inerte quedó tirado en el piso y la cabeza a varios metros.
El cadáver del clérigo habría sido sepultado en la misma ermita. Pero a los pocos días de enterrado, según la gente, el alma salía del lugar para recorrer la pedregosas calles del antiguo sitio.
El espíritu del sacerdote pedía a los trasnochadores que rezaran por él. La persona que veía al espectro caía fulminada botando espuma por la boca.
Ante este acontecimiento, el pánico se apoderó de los pobladores, quienes cerraban temprano las puertas y ventanas de sus casas. Esta leyenda, dice Pazmiño, pasó de boca en boca, pero en los doce años que estuvo como párroco de la catedral nadie le confesó haber visto al cura sin cabeza, menos ahora cuando Yaguachi cuenta con más de sesenta mil habitantes.
“El sacristán que me contó esta historia era nervioso, evitaba salir a las doce de la noche de la basílica, temía encontrarse con el cura en sotana que andaba con la cabeza en sus manos”, narró el padre Roberto Pazmiño Guzmán.
Raúl Sánchez, licenciado en Comunicación Social, escritor y amante de la literatura ecuatoriana, escribió tres libros sobre la historia y leyendas de Yaguachi.
Dijo que el cura sin cabeza es una de las leyendas que ha investigado y que será plasmada en su próxima obra llamada Bajo el mismo cielo. Sánchez señala que el hecho podría haber ocurrido en el siglo XVIII. En sus datos supone que podría ser un sacerdote español llamado Timoteo, quien “habría sido párroco del Yaguachi viejo y que solía llegar a la ermita de San Jacinto, donde hoy es la basílica y catedral, a realizar la novena con los pocos campesinos que habitaban el lugar.
Señaló que las leyendas tienen algo de verdad y de mentira, que a lo mejor el cura existió y fue decapitado, pero que la leyenda nació cuando la gente comenzó a comentar que lo veían penar.
“La tradición de San Jacinto tiene más de cuatrocientos años, desde que llegaron los dominicos de España, entre estos el fray Gregorio De La Serna, quienes evangelizaron estas tierras”, manifestó Sánchez.
OTRAS HISTORIAS
Según el padre Roberto Pazmiño, Piedad Maridueña, quien por muchos años fue directora de la escuela parroquial, también solía contar una historia sobre las almas que arrastraban cadenas por las pedregosas calles de Yaguachi. Otra testigo era una solterona a quien le gustaba asomarse a la ventana para estar pendiente de la vida ajena. Esta mujer observaba a las parejas de enamorados en la calle, pero una vez, durante el Día de los Difuntos, pasó una procesión con personas vestidas de blanco y velas encendidas. Una de estas se acercó a la curiosa para pedirle que le guardara una vela hasta el siguiente día y cuando se disponía a entregársela al extraño personaje se percató que era una canilla de muerto. La mujer cayó fulminada, mientras el de túnica blanca desapareció.
LOS ENTIERROS
Luego de escribir la historia Los entierros, que se la contó don Pánfilo Palomeque, de 88 años, Kevin Mendoza ganó un premio al participar en el concurso que organizó la Prefectura del Guayas sobre los mejores cuentos de los cantones. La fábula hoy es parte del libro Antología de leyendas tradicionales de mi cantón.
Los entierros se trata de un espíritu que hace muchos años habitaba en La Chorrera. El espectro solía quitar los sombreros a quienes pasaban por debajo de unas ramas de un árbol que había junto a una casa ambulante y abandonada.
Don Pánfilo cuenta que su padre encontró hace muchos años en el mismo sector la pierna de un niño y más adelante los brazos, la cabeza y el resto del cuerpo. Pero cuando intentó agarrar los brazos, todo desapareció.
Don Pánfilo es uno de los pobladores de la pasada generación que guarda decenas de historias en su mente, entre estas la del cura sin cabeza que la escuchó de sus ancestros. Además, contó haber visto al pie del río Chimbo al mismo diablo que le presentó con un cigarro. Este desapareció luego que Palomeque lo insultara y le cayera a machetazos.