“Se declara el estado de emergencia en Quito”, con esas palabras, luego de dos meses de intensos incendios, el alcalde Augusto Barrera hizo el anuncio oficial ayer.
Con esta medida se podrá duplicar el contingente de 300 bomberos locales existentes. Se tendrá el apoyo de la Secretaría Nacional de Riesgos, 100 uniformados de la Policía Metropolitana, 150 militares, 150 de la Policía Nacional y 50 bomberos de otros cantones.
Desde el 1 de junio hasta ayer se registraron 2.053 incendios forestales, cifra alarmante, pues con respecto al 2009 la cantidad incrementó en 200%.
Según el Inhami, las lluvias no llegarán hasta la primera semana de octubre, convirtiéndose en un factor fundamental para que los siniestros continúen produciéndose.
“Durante las últimas semanas, por las condiciones del viento, la humedad y la radiación solar, han habido casi 30 incendios por día”, dijo Barrera.
También aseguró que el 99.9% de los incendios ha sido provocado, por lo que pretende que la propia comunidad sea la encargada de denunciar a los pirómanos a través de la línea telefónica 2505560.
“Los bomberos arriesgan su vida por unos cuantos irresponsables, son 21 los afectados”, manifestó el alcalde.
EN MEDIO DEL “INFIERNO”
El pasado jueves por la tarde el azul del cielo de Quito cambió a gris. Una gigantesca nube de humo avanzada rápidamente desde el oriente. Se la podía ver desde casi cualquier punto de la ciudad, parecía como si algo maligno estuviera a punto de acercarse.
Conforme la nube se hacía más grande, por las redes sociales y emisoras reportaban que una de las laderas ubicadas en Lumbisí, sector de Cumbayá, estaba siendo consumida por las llamas.
De pronto el cielo volvió a cambiar de aspecto, pasó a teñirse de rojo y negro, hasta el color del sol se tornó anaranjado. La mezcla de matices solo era señal de la tragedia que ocurría en Lumbisí.
Allí la desesperación se apoderaba de la gente. Desde las terrazas, los moradores observaban con preocupación como el fuego consumía con rapidez el bosque que los rodeaba.
Bomberos, policías, militares y personas de todas las edades se enfrentaban cuerpo a cuerpo con las lenguas de fuego que emergían de la vegetación.
Luego de casi tres horas las llamas se hicieron más fuertes y su extinción estaba lejos de ser realidad.
Entrada la noche, el siniestro no disminuía su intensidad. Fue entonces cuando los comuneros de Lumbisí tocaron la campana como símbolo de alerta para que todos colaboraran.
“Tenemos que salvar lo que es nuestro, todos estamos dispuestos”, señaló uno de ellos.
Rápidamente conformaron grupos para intervenir en distintos frentes. A los ciudadanos se los instruyó a cómo utilizar ramas para apagar la candela en las partes más difíciles de acceder. Debían golpear con fuerza sobre la zona afectada.
“Agua... necesitamos agua por Dios”, se escuchaba gritar a los voluntarios.
Los demás que no ingresaron al bosque se organizaron en cadena para enviar baldes con el líquido.
Era un trabajo de hormiga contra un gigante en llamas.
Aproximadamente a la 01:30 de ayer todo parecía haberse calmado, ya no se observaba el fuego a pocos pasos, lo único que quedaba era el recuerdo de lo que un día fue un verde bosque.
Sin embargo, a las 07:00, el viento provocó que una pequeña chispa se volviera a encender, haciendo que los bomberos se dirigieran nuevamente al lugar para evitar mayores pérdidas.
Si bien Lumbisí ha sido la zona más afectada por incendios forestales, otros sectores también han sido presa de las llamas: Cumbayá, Puembo, La Pulida, las laderas del Pichincha, el noroccidente de la urbe, Valles de Los Chillos y Calderón.