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¡La muerte estuvo en La Ronda!

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Antes de que salga el sol, Mercedes Tituaña estaba lista para preparar los alimentos que llevaría a la tumba de sus seres queridos, quienes partieron hace varios años de este mundo terrenal.
Antes de las 08:00 de ayer, caminó hacia el cementerio de Calderón, en el norte de la ciudad, cargando en su espalda varios canastos y ollas amarrados entre sábanas para mantener el calor.
Una vez sentada frente al nicho de su madre, colocó los alimentos que en vida solían compartir: papas, huevos, queso, mote, plátanos, naranjas, aguacates, pan y la infaltable colada morada.
Junto a Mercedes, doña Isabel Anaguano inició con las oraciones para pedir el descanso eterno de las almas.
“Esta es nuestra tradición, nosotros no compartimos solo cuando están vivos, hasta después de la muerte seguimos juntos”, mencionó  Mercedes.
Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando comentó que sus nietos no quieren continuar con la tradición.
“No quieren venir a rezar en este día tan importante donde podemos sentirnos más cerca de los que se fueron”, dijo la mujer.

Procesión

La noche del jueves pasado, nueve personajes, entre artistas plásticos, bailarinas, actores y músicos recordaron el día de Finados con una procesión interpretativa de la muerte, que recorrió la plaza 24 de Mayo y todos los rincones de La Ronda, en el centro de Quito.
Con cánticos fúnebres, una conjugación de movimientos,  gemidos y lamentos se habló sobre las diversas miradas que se tiene del más allá.
Tanto la escenografía, como la actuación y el vestuario de los personajes fueron llamativos, quienes por casualidad se encontraban en el lugar se mostraban un poco intrigados y asustados por lo que sucedía frente a sus ojos.
Fue así como cientos de personas comenzaron a sumarse a la procesión para no perderse ni una sola actuación de los artistas que caminaban como almas en pena retorciéndose.
Un cuerpo envuelto en sábanas fue cargado durante la romería, para luego ser colocado en un ataúd y arrastrado algunos metros, minutos después descubrieron el  cadáver como señal de renovación.
El acto contó con cinco paradas, presentando en cada una de ellas un caso distinto: un asesinato con arma blanca, en otra escena se vio a varios médicos que acababan con la vida de un hombre destripándolo por completo.
Los espectadores aplaudieron la representación como un gesto para rendir homenaje a lo desconocido. (MBM/IB)



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