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Antigua estación ferroviaria convertida en chatarra

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Hace ocho años, los habitantes de la ciudadela Ferroviaria pidieron a la Municipalidad la construcción de un parque.
Esa solicitud fue hecha con la intención de eliminar el potrero en que se ha convertido la antigua estación del desaparecido ferrocarril.
Gran parte del terreno de lo que era la parada ferroviaria es como un basurero público al cual arrojan desperdicios de todo tipo, convirtiéndose en un  atentado para la salud de los vecinos.
Al ingreso a la ciudadela existe una construcción abandonada, cuyas paredes están llenas de grafitis y su interior es usado por bebedores e individuos que están al asecho de los transeúntes para pedir dinero o morbosear a las jóvenes que transitan por el sitio.

EL PERSONAJE
Recuerda la primera vez que el tren llegó a Cuenca

Efraín Argudo vive en el barrio hace 52 años, es el habitante más antiguo que aún está con vida, sus antecesores, Juan Morocho y José Chumi, fallecieron.
“Vine cuando por primera vez y en medio de una gran alegría llegaba el tren a Cuenca. Fue un domingo tarde, no recuerdo la fecha, pero en mi memoria está vivo el pito del tren que arribaba a Cuenca dentro de un moderno método de transporte de aquel entonces”, refiere.
“Todo era lodo y tierra, mi padre comenzó a trabajar en la empresa de ferrocarriles, despertaba con el pito del tren, cuando se alejaba de Cuenca; y al atardecer iba a dormir con la alarma del retorno del ferrocarril que transportaba a viajeros y productos alimenticios. Era muy bonito, ahora solo quedan los recuerdos que van desmayando de forma paralela al abandono”, dijo Efraín.

LO BACÁN
La quinta donde descansaba Simón Bolívar

Al ingreso de la ciudadela se encuentra “La quinta Bolívar”, una construcción del siglo XX, muestra de arquitectura rural de estilo ecléctico que reúne elementos modernos con materiales tradicionales, que es un referente para recordar al libertador Simón Bolívar, sus ideales y nuestro proceso independentista.
Este inmueble que tiene un valor arquitectónico fue la casa donde Bolívar pernoctó en su paso por Cuenca durante el proceso libertario, en 1822. Gustaba alejarse de la urbe y concentrarse en su trabajo.
Hoy la vivienda está adaptada como centro cultural especializado en la vida y en el pensamiento de Simón Bolívar. Fue convertido en un museo y una biblioteca equipada con áreas administrativas y de servicios para atender al público.
En la biblioteca guardan información análoga y virtual en unos cinco mil libros y cinco mil discos compactos.
Además, cuenta con una sala de uso múltiple con capacidad para sesenta personas que cumple varias funciones, como sala de reuniones, conferencias, talleres y está acondicionada además para servir como videoteca y musicoteca.

EL PROBLEMA
Piezas y covachas inservibles

La ciudadela Ferroviaria, también conocida como barrio de Gapal, que está limitado por las avenidas 24 de Mayo y 10 de Agosto, cuenta con todos los servicios, básicos, agua potable, alcantarillado, energía eléctrica y telefonía, sin embargo conviven con unas ruinas.
En los alrededores aún existen los escombros de lo que hasta hace 20 años fue la estación de ferrocarril en la capital azuaya.
Los durmientes y más estructuras se corroen rápidamente. “Los fierros que formaron la línea férrea Sibambe-Cuenca  están apilados. Más allá un tanque con gases comprimidos se torna peligroso. De a poco se destruye el área de lo que fue el estacionamiento de los trenes”, explicó Miguel Barros, quien habita en la zona desde hace 34 años. “Es un sector olvidado”, dijo el habitante.
A más de la chatarra ferroviaria, en la ciudadela existen tres covachas que se han convertido en guarida de ebrios y vagos.
Según comentaron unos moradores, las autoridades no han escuchado los pedidos de las 84 familias que allí habitan.
“Hemos solicitado que se realicen trabajos de limpieza o que se construya un parque en recordación a lo que en los años 80 fue la estación del ferrocarril, pero ninguna autoridad se ha pronunciado”, añadió Miguel Barros.
Así, el espacio y lo que quedó del ferrocarril se destruye lentamente.
“Ese lugar puede ser rehabilitado para el turismo”, agregó Barros.



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