Los momentos de aquel 21 de febrero de 1995 cuando la detuvieron en Tulcán, provincia de Carchi, en el operativo “Tormenta Blanca”, por haber trabajado para el Cartel de Cali, siguen latentes en la colombiana Jaqueline West, de 45 años, quien confiesa ahora ser una persona entregada a Dios y que la gracia de nuestro Creador la ayudó a alejarse de los tentáculos del narcotráfico.
Son 17 años desde el día en que dentro de una celda de la Penitenciaría del Litoral, según la “paisa”, le anunciaron un milagro.
“Me condenaron a 20 años de prisión. Fui la primera persona en Ecuador en recibir esa pena. Pero algo maravilloso iba a ocurrir y después de 3 años en la cárcel una persona de la iglesia evangélica se acercó a mí y me expresó que: si el hombre me dio 20 años, Jesucristo no firmó mi sentencia. Desde ese momento mi vida cambió”, comentó West, quien es pastora del Ministerio Evangelístico Tierra Santa y lleva una década entregando regalos a los niños de su vecindario, situado en La Floesta 1, manzana 56, al sur de Guayaquil.
El pasado sábado Jacqueline y los integrantes de su iglesia realizaron un evento navideño, donde decenas de infantes y sus madres recibieron obsequios. Los pequeños participaron de cánticos y danzas, luego revolotearon con canciones cristianas que se escuchaban desde un altoparlante colocado en una vereda.
Ocurrió un milagro
“Estando en la cárcel empecé a asistir a los cultos, después predicaba. Pasado un tiempo ocurrió el milagro, se creó una ley donde estipulaba que las mujeres privadas de la libertad que tenían hijos menores de edad debían cumplir una pena de 4 años, no lo podía creer, me llené de alegría y esperé ese tiempo. En el 2001 salí de la cárcel con la misión de predicar la palabra de Dios y hasta ahora sigo junto a él”, relató Jacqueline, quien dirige Tierra Santa con su esposo Rafael Astudillo y la sede es en su domicilio, ubicado en el sector antes mencionado.
“No debo mentir con respecto a mi pasado. Sí siento vergüenza, porque tuve una vida desordenada. Llevaba cargamentos de droga y utilizaba el nombre de Estefanía Mendoza. Pero ahora soy una persona nueva y sirvo a Cristo, porque él me liberó”, contó la mujer, quien manifestó que nuestro padre celestial le habló en sus sueños.
“Dios me mostró una casa hogar para rescatar a personas que se han perdido en el alcohol y las drogas. No sabía por dónde empezar y de pronto un hermano que asiste a la iglesia me regaló un terreno en Playas y supe que esa era la señal”, mencionó Jacqueline, quien solicitó ayuda para poder construir la casa hogar y destacó que “tengo colaboradores que delinquían y ahora están totalmente transformados, también sirven a Dios”.
“Tenemos el lugar y de la mano de Cristo y de la ciudadanía este sueño se hará realidad. Cualquier colaboración pueden comunicarse al teléfono 0969168097”, agregó.