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La Virgen que habita en una cueva

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Miles de personas llegan intrigados cada fin de semana, para apreciar a la virgen que está dentro de esta cueva. La Gruta de la Paz está ubicada en la provincia de Carchi, cantón Montúfar, y es uno de los lugares más visitados por creyentes del país y extranjeros.
Antes de llegar al sitio, cientos de letreros y carteles que están ubicados en los bordes de la carretera indican el número de kilómetros que faltan para llegar a la simbólica gruta.
En el barrio de La Paz se observa la imagen de una Virgen que está parada en una roca y sobre ella un arco que simboliza la cueva da la bienvenida.
Al llegar a la iglesia central, el párroco del lugar, Aníbal Díaz, se convierte en el guía turístico del equipo de EXTRA y nos llevará hasta donde está la virgen.
Desde la plaza central el recorrido es de cinco kilómetros. El camino de piedra desde el primer metro tiene una particularidad, solo pueden pasar tres vehículos debido a que se vuelve estrecho.
Mientras se desciende, el camino es más angosto. Ya no pasan tres vehículos, sino dos y para esto hay que tener cierta destreza, ya que a un lado se encuentra una quebrada de 200 metros de profundidad.
En medio del camino, un túnel de tierra natural, tal como la gruta, anuncia que faltan pocos kilómetros para llegar a la casa de la Virgen.
Desde lo más alto de la última curva, cuando el camino es muy estrecho y con algo de dificultad pasa el vehículo, se puede mirar el santuario. Lo primero que se observa son dos piscinas de aguas termales de 40 grados centígrados y algunos puentes.

HISTORIA

El padre Aníbal comentaba durante el descenso de 200 metros hasta la gruta que en primera instancia hubo una Virgen de madera en 1915 cuando ocurría la Primera Guerra Mundial.
“El cura de ese año, de apellido Jaramillo, pidió a la gente del lugar que tenga devoción por la Virgen y pedir por la paz. Para llegar acá el camino era muy difícil, de herradura, y acercarse a la santa imagen resultaba un verdadero acto de fe”, indicó.

UNA PIEDRA DEL RÍO

La cueva donde está ubicada la virgen tiene una longitud de 150 metros y es atravesada por el río Apaquí, el cual es aprovechado para el uso de las piscinas de aguas termales.
En medio del fuerte ruido que provoca el afluente y que por múltiples ocasiones ha hecho de las suyas en el santuario, el párroco explicaba que la virgen fue elaborada con una piedra del mismo río.
“En 1916, el padre Jaramillo junto a otros moradores tuvieron una visión donde miraron a la virgen en una roca. Esa piedra se impregnó donde hoy está ubicada, tenía casi todo, pero el artista imbabureño Daniel Reyes decidió darle los toques finales a la imagen, fue poco lo que hizo y solo se demoró dos meses en terminarla”, expresó el sacerdote.
Al estar frente a la Virgen uno se olvida de todo, hasta del celular, ya que dentro de la gruta la señal telefónica no ingresa, salvo para tomarse fotos.
La imagen de la Virgen está en el centro de la cueva, parece que observara a todas las personas que ingresan a visitarla.
Desde la parte alta el agua se filtra por los huecos que hacen las estalactitas (rocas que crecen de manera descendente y que son formadas de hierro).
El agua que cae sobre las cabezas de las personas es usada para realizar la bendición por parte del cura y para que los feligreses la lleven también a sus hogares para bendecir su casa. Tanta es la cantidad de líquido vital que desciende por las rocas que dos tanques hechos con las mismas piedras del lugar se llenan de manera constante.

MILES DE PERSONAS

La gran cantidad de personas que llegan al lugar vienen de distintas partes del país, siendo los más regulares  los visitantes de Ambato y Riobamba.
“Acá la afluencia es distinta. Entre semana vienen 50 personas, sábados 500 y domingos 1.000 fieles. Pero desde Navidad hasta el uno de enero, el número llega a las 2.500 personas. Como sacerdote doy misas a las 07:00 y cuando hay mucha gente realizo hasta tres. Aquí he celebrado matrimonios, bodas de plata, bautizos, primeras comuniones. El sitio es muy lindo para realizar ese tipo de sacramentos”, expresó el cura Aníbal.
Uno de esos feligreses que desde hace ocho años acude donde la virgen de la paz es don Miguel Chicaiza, quien llega desde Ambato junto a su familia.
“Vengo hace ocho años, soy muy fiel a la virgencita. Junto a mi familia hacemos un recorrido, alquilamos un bus y vamos a la Virgen del Quinche, venimos acá y luego nos dirigimos a la virgen de Las Lajas en Colombia. Eso en un día”, manifestó Miguel, mientras veía con atención a la imagen.

Muro y piscina

En la parte externa de la cueva  existe un muro donde algunas personas han colocado placas en muestra de agradecimiento a la virgen.
El modelo de la placa no importa. Las hay grandes, pequeñas, muy bien elaboradas y de instituciones del orden como la del Grupo de Intervención y Rescate.
Pero lo que llama la atención son varias muletas de madera y de metal que están colgadas sobre la pared.
“Eso es lo lindo de la fe que las personas tienen hacia la virgen, no solo por las muletas que han dejado las personas. Por múltiples ocasiones nos han dejado sillas de ruedas y la gente ha salido caminando, ha subido las 67 gradas completamente sanos”, dijo.
La fe no solo se ve en las placas. El párroco manifestó que el agua de las tres piscinas es medicinal debido al hierro y calcio que tiene.
“La temperatura de las piscinas es de 40 grados centígrados y tenemos una tubería que sale desde el interior de la cueva, donde el agua hierve. Sacamos una tubería y eso distribuimos para las piscinas. La gente luego de estar con la Virgen se mete al balneario como parte de su rutina de fe”, concluyó.

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