Se le llevaron 470 mil dólares ahorrados desde hace 5 años y lo asesinaron a pocos metros de su casa.
Julio Antonio Ayo, de 33 años, minero de profesión, fue baleado la noche del pasado viernes, en el Mirador de Pululahua, al noroccidente de la capital, cerca de la Mitad del Mundo.
Luego de regresar del centro de la ciudad con su esposa Rocío Janeth Chimpantagsi y sus dos hijas, Julio y su familia fueron víctimas de un asalto a mano armada que terminó en una desgracia.
Cuando llegaron a la casa, el hombre por seguridad se bajó del auto en que viajaban para revisar si nadie estaba en los alrededores, ya que ocho días antes del suceso, varios sujetos merodeaban la zona, lo cual los dejó intranquilos, aseguró Rocío.
De pronto una balacera interrumpió la calma de los miembros de esta familia, quienes aterrados decidieron meterse debajo del carro para evitar que les lleguen los disparos que los delincuentes hacían.
Julio para despistar a los ladrones corrió aproximadamente a 30 metros de su casa, sin embargo, la suerte no le acompañó, un proyectil lo alcanzó por la espalda quitándole la vida de inmediato.
Los criminales sabían que dentro de la vivienda estaba todo el dinero que querían, por tanto arrastraron de los cabellos a Rocío y la cogieron de rehén hasta que diga dónde estaba la plata.
La señora angustiada reveló el lugar en donde estaban los 20 mil dólares, pero eso no fue suficiente para esta banda de malhechores, ya que querían “exprimir” hasta el último centavo que la familia había ahorrado.
En la habitación de los esposos estaban guardados 450 mil dólares, los cuales iban a utilizar en proyectos futuros dentro del área de la minería.
Los bandidos rebuscaron hasta el último rincón de la vivienda y finalmente hallaron lo que tanto ansiaban.
Después que salieron los delincuentes de la casa, Rocío pensó que todo había terminado.
“Con tal de que se fueran les dije que se llevaran todo, pero que no lastimen a nadie”, indicó la mujer.
Temblorosa salió al patio de su casa para reunir a su familia nuevamente, entre llanto y dolor gritaba el nombre de su esposo sin imaginar que se hallaba templado sobre el pasto frío.
Según moradores, la víctima se hallaba botada en el cráter del Pululahua, pues, al parecer, después del disparo los asesinos tomaron el cuerpo y para no dejar evidencias lo abandonaron a unos pasos de donde fue la tragedia.
En el carro de Julio se encontró un arma de fuego, a lo que sus familiares indicaron que siempre andaba con la escopeta por seguridad.
“Malditos desgraciados, las van a pagar”, señaló una allegada del fallecido, quien agregó que espera que esto no se quede en la impunidad y que salga a la luz quiénes son los “pillos”.