Ni siquiera la muerte impidió que Rolando Geovanny Fajardo Orellana, conocido en el mundo artístico como el payaso “Cazuelita”, se fuera de este mundo vestido de la forma en la que por más de veinte años se desempeñó en su trabajo.
Sus amigos y familiares lo sepultaron con su rostro pintado, una pelota roja en la nariz y la peluca amarilla con la que hizo reír a miles de personas en vida.
Antes de que descienda a su última morada, su mejor amigo y compañero, el payaso “Tonelada”, tapó a “Cazuelita” con el atuendo celeste brillante que este último vistió por muchos años.
El sepelio se realizó en el cementerio Jardines de Esperanza, en Milagro.
Su fallecimiento causó conmoción en la Asociación de Payasos de la provincia y de varias partes del país. Por este motivo, hasta el sepelio llegaron payasos de Quito, Milagro, Durán y Guayaquil, todos amigos de “Cazuelita”.
Muchos de ellos, con su colorida vestimenta, quisieron darle su último y singular adiós a su entrañable amigo que los dejaba para siempre.
Según sus familiares, “Cazuelita” falleció el fin de semana a causa de su insuficiencia renal, enfermedad que lo mantuvo postrado por dos meses sin poder trabajar, hasta que finalmente dejó de existir en una clínica de la ciudad de Guayaquil.
Fajardo Orellana vivió por más de veinte años en el Guasmo Sur, en el puerto principal, donde era muy conocido por su singular labor. Sus familiares, sin embargo, decidieron enterrarlo en Milagro.
En medio del llanto de los parientes de “Cazuelita”, Omar Macías, “Pildorita”, entonaba con una sola nota musical en una guitarra vieja la canción “Soy un triste payaso”.
Al escucharla, el maquillaje de algunos “clowns” presentes empezaba a correr por sus mejillas, todos llorando desconsolados frente al ataúd.
Las muestras de cariño para “Cazuelita” fueron múltiples.
Mientras Gregorio Morales, “Pelotita”, daba expresaba palabras de aliento para los familiares del fallecido, José Toabanda, conocido como el payaso “Bogotín”, introdujo en la tumba una mochila llena de ropa de su extinto amigo, que se la había dejado encargada hace dos meses.
“Dijo que regresaría a recogerla, pero cayó enfermo y nunca regresó”, dijo entre lágrimas Toabanda.
Antes de que el cofre mortuorio descienda, todos los “compañeros de risa” de “Cazuelita” dedicaron al fallecido la “poesía al payaso”: “Al ver mi cara pintada, todos ríen con placer, sin llegar a comprender que mi vida es desgraciada... Si suelto una carcajada todos creen que es de alegría, pero no comprenden suerte impía, que mientras más riendo estoy, es un paso más que doy en pos de mi tumba fría”.
“Era un payaso de los viejos, de esos buenos, es una lamentable pérdida para el gremio”, lamentó Johnny Machado, presidente de la Asociación de Payasos del Guayas, quien también estuvo presente en el sepelio.