“¿O sea que no me vas a vender?”. Fue lo último que escuchó Albino Orlando Pinto Palma, segundos antes de recibir varios tiros al interior de la pequeña tienda ubicada en su vivienda, en el recinto El Otoño, del cantón Jujan, provincia del Guayas.
A las 21:00 del domingo tres sujetos armados llegaron hasta la casa de Pinto, presuntamente con la intención de comprar cervezas.
En el portal del inmueble el dueño también atendía un billar con 2 mesas. El lugar es techado y posee un cercado de caña y madera, de medio metro de altura.
Al parecer, el negocio estaba cerrado y los maleantes decidieron saltar las cañas para ir a pedir las cervezas. “¡Haber...haber...!” dijeron el trío de sujetos, por más de una ocasión.
Pinto Palma salió a la puerta, ante el insistente llamado de los supuestos ‘clientes’. “No hay cerveza, no les puedo vender” fueron quizás la últimas palabras de Albino antes de que lo llenen de plomo.
CON DOS ARMAS
Los policías hallaron la vivienda abierta y desde los exteriores se divisaba el cuerpo de Albino Pinto, tendido junto a la puerta, donde cayó sin vida.
Según Patricio Toledo, fiscal de Yaguachi la víctima recibió seis disparos en su cuerpo y cabeza. Las vainas encontradas fueron de revólver calibre 38 y pistola 9 milímetros.
“Lo mataron con dos tipos de armas, por lo que se presume que fueron dos las personas que le dispararon” sostuvo Toledo.
Los asesinos habrían apretado el gatillo al menos por 12 ocasiones, pero solo la mitad impactó en la víctima.
El procedimiento de Criminalística se realizó ante la mirada perdida de una mujer, quien sentada en un banco de madera junto a las mesas de billar, presentaba una venda blanca en su tobillo derecho, manchado en sangre.
Era la conviviente del occiso, que estuvo en compañía de su esposo al momento en que fue atacado por los asesinos. En su intento de esquivar las balas “dedicadas” a su marido, también resultó herida por uno de los proyectiles.
La dama por momentos agachaba la cabeza para llorar no solo por el dolor de su pie, sino por haberse quedado sin su marido. Cuando dejaba escapar sus lágrimas cubría parte de su rostro con su mano izquierda. Su estado era de evidente confusión.
Desde el exterior de la casa, los vecinos y curiosos, apoyados en la cerca de caña, acariciaban constantemente la cabeza de la viuda, dándole consuelo.
Ángel Campoverde, morador del recinto dijo que conocía a la víctima, y lo describió como “una persona trabajadora y conocida por las familias del sector”.
SERÍAN DE LA ZONA
Algunos moradores presumen que los matones sean de la zona, pero nadie quiso decir nombres ni señalar a posibles autores, por miedo a una posible represalia.
El fiscal Toledo concluyó “por la forma en que lo asesinaron habrían llegado con la previa intención de matarlo”. “De ser así, se trataría de un caso más de sicariato, investigaremos aquello”.
“Quiero ver a mi hijo”
Mientras agentes vestidos con impermeables blancos recogían los últimos datos, entre la oscuridad, a lo lejos, los gritos desesperados de una mujer que exclamaba “¡Yo quiero ver a mi hijo! ¡No se lo lleven!” se hacían más fuertes.
La madre del chico al igual que varios familiares fueron impedidos de ingresar. “No pueden alterar la escena del crimen” explicó a los deudos, uno de los agentes.
Un estrecho y desolado camino de tierra y piedras conduce al recinto donde ocurrió la tragedia, a más de media hora de la población de Tres Postes.