Rezos, súplicas interminables a los guardias y llanto por parte de las esposas de los internos fue lo que se vivió ayer en los exteriores del ex penal García Moreno, donde decenas de personas pedían a gritos ingresar al reclusorio para la tradicional visita de los fines de semana.
Sin embargo se encontraron con la sorpresa de que estas estaban prohibidas, lo que enfureció a los familiares de los reos.
MALESTAR GENERAL
Cerca de las 09:00, hora en la que puede ingresarse a la Cárcel de Varones número 1, un gran grupo de mujeres empezaron a protestar por la decisión de prohibir las visitas tomada por la ministra de Justicia, Johana Pesántez.
Esa decisión hizo que el enfurecido grupo comience a forcejear con los guardias para ingresar, sin lograr su cometido, durante 45 minutos.
Inclusive optaron por no permitir el ingreso a nadie, para lo cual pusieron una gruesa cadena que fue retirada por la Policía.
SOLO A TRES PABELLONES
Cerca de las 10:30 y ya cuando los ánimos estaban al límite, el director del centro número 2, Fernando Gaón, trató de dialogar con ellos, pero no lo logró.
Pasaron algunos minutos y recibió una llamada por parte del subsecretario de Justicia, quien le informó que solo se permitiría el ingreso de alimentos y ropa a los pabellones 1, 2 y 3, lo que provocó la ira de los asistentes.
NO ESTAMOS EN NINGUNA MEDIDA
Desde el Centro de Rehabilitación, el presidente de los internos, Roberto Pérez, se comunicó por teléfono con los periodistas.
“Nosotros queremos dialogar con las principales autoridades para saber porqué tomaron esa decisión de prohibir las visitas. Acá, en el interior, la protesta que hacemos es pacífica, pero no tenemos una comunicación oficial del subdirector nacional”, manifestó Pérez.
SE ARMÓ
Cerca del mediodía y sin tener una respuesta favorable a sus peticiones, las esposas y familiares de los detenidos protagonizaron una batalla campal contra los policías para ingresar, al punto de que rompieron la puerta principal, lo que desató tremenda avalancha humana, lanzamientos de botellas, huevos, piedras y basura.
Los ánimos se calentaron más cuando llegaron los refuerzos policiales para calmar a la gente, pero esto solo enfureció más a los asistentes. UNA DELEGACIÓN Luego de la batalla campal y cuando los ánimos se tranquilizaron, las esposas formaron una delegación de tres personas para conversar con las principales autoridades y llegar a una solución pacífica.
Pasaron diez minutos y Elisa Patate, representante del grupo, les comunicó el resultado de la negociación, la cual no fue del agrado del resto de personas.
“Nos dicen que a partir del miércoles vuelven las visitas, que nos repondrán estos dos días y que no podemos hacer nada. El acuerdo es verbal y no puede hacerse nada más, es la única solución a la que se llegó”, expresó la mujer.