Angela Amoroso
Sentado en su cama con una sonrisa de esperanza y rodeado de globos que le dieron la bienvenida a su hogar, Steven Rosero, un adolescente de 14 años, estudiante del Instituto Superior Luis Napoleón Dillon, habla sobre el accidente que el 15 de febrero pasado le cambió para siempre su vida.
Eran aproximadamente las 19:00 y era el momento de salir de clases. Los estudiantes que cogen transporte particular empezaron a formar en el patio del colegio para subir a los buses, mientras que Steven, al igual que más de quinientos alumnos de diversas edades, salió por la puerta principal para caminar hasta la parada del bus que lo llevaría a su casa en el sector de La Planada.
Todo parecía normal. Como siempre a este muchacho le tocaba cruzar los dedos para conseguir transporte.
En sus marcas, listos, fuera, y Steven intentó subirse al vuelo a un bus de la cooperativa Paquisha, pero cuando se había sujetado en los tubos de la puerta perdió el equilibrio y resbaló.
Su pierna derecha cayó justo en medio de la separación de la llanta y la lata de la carrocería, entonces comenzó a remorderse entre los fierros del bus. En cuestión de segundos, la gente se aglomeró alrededor de Steven, nadie podía creer que un adolescente soportara tanto dolor.
Rafael Villalba, inspector del colegio Dillon, fue testigo de la desgarradora escena. “Hacíamos cola para timbrar la salida del trabajo, de pronto una niña entró corriendo a gritos al centro de estudios”.
Un llamado de auxilio alertó a los maestros que algo muy malo había sucedido a pocas cuadras de la institución.
Cuando Rafael llegó hasta la esquina de la avenida Eloy Alfaro y Nueve de Octubre vio en el piso a Steven. “Tenía la pierna destrozada, los huesos se salían de la piel”, explicó.
La víctima tiene claro que fueron los minutos más largos de su vida, la ambulancia que lo llevó hasta el hospital Carlos Andrade Marín demoró casi media hora. Para entonces, el muchacho estaba sobre la vereda pues, según cuenta, “el controlador se bajó de la unidad, me sacó de la llanta y me puso sobre la acera”. Irregularidades Narcisa Hernández, madre de Steven, cuenta que esa noche el conductor del bus fue apresado, pues una persona que circulaba por la zona en su vehículo logró interceptarlo para evitar su fuga. Sin embargo, horas después fue puesto en libertad.
Segundo B. salió libre luego de que el examen médico legista que se le realizó a Steven determinara que “dichas lesiones son provenientes de un probable suceso de tránsito, que lo determinan una enfermedad e incapacidad física para el trabajo de menor de quince días, a contarse desde la fecha de su producción. Con tratamiento adecuado y oportuno”.
Lo que Narcisa ni su esposo Carlos comprenden es cómo se puede decir que la incapacidad es “menor de quince días” luego de que la pierna de su hijo fuera amputada desde la canilla para abajo.
La madre explica que esta no es la única irregularidad en el parte policial, sino que además existen datos que no concuerdan con la realidad. “En el parte dice que mi hijo fue trasladado al Hospital del Sur, cuando todo el tiempo ha permanecido en el IESS”, explica.
“No quiero meter preso a nadie”
Narcisa Hernández, madre de Steven, está consciente de que el culpable del accidente de su hijo también es un ser humano con una familia, por esto asegura que su intención no es que termine encerrado en una cárcel, sino más bien que lleguen a un acuerdo para poder costear la prótesis de su pequeño.
Sentado en su cama con una sonrisa de esperanza y rodeado de globos que le dieron la bienvenida a su hogar, Steven Rosero, un adolescente de 14 años, estudiante del Instituto Superior Luis Napoleón Dillon, habla sobre el accidente que el 15 de febrero pasado le cambió para siempre su vida.
Eran aproximadamente las 19:00 y era el momento de salir de clases. Los estudiantes que cogen transporte particular empezaron a formar en el patio del colegio para subir a los buses, mientras que Steven, al igual que más de quinientos alumnos de diversas edades, salió por la puerta principal para caminar hasta la parada del bus que lo llevaría a su casa en el sector de La Planada.
Todo parecía normal. Como siempre a este muchacho le tocaba cruzar los dedos para conseguir transporte.
En sus marcas, listos, fuera, y Steven intentó subirse al vuelo a un bus de la cooperativa Paquisha, pero cuando se había sujetado en los tubos de la puerta perdió el equilibrio y resbaló.
Su pierna derecha cayó justo en medio de la separación de la llanta y la lata de la carrocería, entonces comenzó a remorderse entre los fierros del bus. En cuestión de segundos, la gente se aglomeró alrededor de Steven, nadie podía creer que un adolescente soportara tanto dolor.
Rafael Villalba, inspector del colegio Dillon, fue testigo de la desgarradora escena. “Hacíamos cola para timbrar la salida del trabajo, de pronto una niña entró corriendo a gritos al centro de estudios”.
Un llamado de auxilio alertó a los maestros que algo muy malo había sucedido a pocas cuadras de la institución.
Cuando Rafael llegó hasta la esquina de la avenida Eloy Alfaro y Nueve de Octubre vio en el piso a Steven. “Tenía la pierna destrozada, los huesos se salían de la piel”, explicó.
La víctima tiene claro que fueron los minutos más largos de su vida, la ambulancia que lo llevó hasta el hospital Carlos Andrade Marín demoró casi media hora. Para entonces, el muchacho estaba sobre la vereda pues, según cuenta, “el controlador se bajó de la unidad, me sacó de la llanta y me puso sobre la acera”. Irregularidades Narcisa Hernández, madre de Steven, cuenta que esa noche el conductor del bus fue apresado, pues una persona que circulaba por la zona en su vehículo logró interceptarlo para evitar su fuga. Sin embargo, horas después fue puesto en libertad.
Segundo B. salió libre luego de que el examen médico legista que se le realizó a Steven determinara que “dichas lesiones son provenientes de un probable suceso de tránsito, que lo determinan una enfermedad e incapacidad física para el trabajo de menor de quince días, a contarse desde la fecha de su producción. Con tratamiento adecuado y oportuno”.
Lo que Narcisa ni su esposo Carlos comprenden es cómo se puede decir que la incapacidad es “menor de quince días” luego de que la pierna de su hijo fuera amputada desde la canilla para abajo.
La madre explica que esta no es la única irregularidad en el parte policial, sino que además existen datos que no concuerdan con la realidad. “En el parte dice que mi hijo fue trasladado al Hospital del Sur, cuando todo el tiempo ha permanecido en el IESS”, explica.
“No quiero meter preso a nadie”
Narcisa Hernández, madre de Steven, está consciente de que el culpable del accidente de su hijo también es un ser humano con una familia, por esto asegura que su intención no es que termine encerrado en una cárcel, sino más bien que lleguen a un acuerdo para poder costear la prótesis de su pequeño.