La semana comenzó con la fatal noticia de que cuatro personas murieron calcinadas en un lamentable accidente de tránsito.
Todos eran vecinos y quedaron atrapados en el vehículo Cóndor azul, de placa PBS-914, el cual rodó ocho metros a la quebrada en el sector de San Lorenzo de Pondoa, parroquia Luis A. Martínez, en Tungurahua.
A las 16:00, en el barrio se lamentaba la muerte de María Quishpe, de 37 años; Ángel y Jefferson Salán, de 47 y 22 años respectivamente; y Segundo Quinquiguano. Según información de los familiares, ellos salieron a vender licor y en el trayecto perdieron pista y el carro rodó.
“El licor es maldito y por eso se quemaron”, decía Julia Tite, vecina de los difuntos. Amigos y familiares aseguraban que María iba en el volante.
“¡AUXILIO, NO NOS DEJEN MORIR!”
Una persona que iba detrás del carro vio cuando el chofer perdió el control en la quebrada. De inmediato avisó a los socorristas, pero todo pasó tan rápido que nadie pudo evitar la tragedia. Néstor Maisancha jugaba voleibol cuando escuchó el golpe.
De inmediato, junto a sus compañeros, se dirigió al lugar y observó el carro destruido. “Bajamos para ayudarlos, pero no se pudo hacer nada. Sacamos a uno que tenía todo el cuerpo quemado y suplicaba que no lo dejemos morir. A los pocos minutos nuevamente explotó el carro”, manifestó.
Dentro estaban los galones de licor. Personal del Cuerpo de Bomberos manifestó que el alcohol hizo que el flagelo fuera más intenso. El carro quedó convertido en chatarra y las víctimas en ceniza.
“NO ME DEJES MAMITA, POR FAVOR” El rescate de las víctimas tardó alrededor de tres horas. Personal de la Unidad de Investigaciones de Accidente de Tránsito trasladó a los cuerpos a la morgue, donde el drama fue más intenso cuando los familiares reconocían a sus muertos.
“¡Mamita no me dejes por favor, levántate!”, suplicaba Vilma, la mayor de las hijas de María, mientras era consolada por su padre Segundo Tixilema. Él todavía no comprende por qué su mujer se ofreció a llevar a los vecinos.
Jefferson Salán, de 23 años, fue trasladado hasta Quero. Su esposa tiene ocho meses de gestación y dos niños más que cuidar. Ángel Salán fue llevado a la parroquia Martínez, mientras que Segundo Quinquiguano, que fue rescatado con vida, falleció en el trayecto a Quito. Era el panadero del barrio y deja cinco hijos en la orfandad. (Yadilajsa)